EL GOLPE DE ESTADO DE PINOCHET A ALLENDE
Por: Walter Romero Quinto,
Profesor de Ciencias Sociales y Filosofía.
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Hace 40 años, el fatídico martes 11 de setiembre
de 1973, se produjo el golpe de Estado de la CIA y la extrema derecha chilena
contra el gobierno constitucional, democrático, y de orientación socialista, de
Salvador Allende, el más sangriento golpe de Estado que conoce la historia de
la Humanidad.
27 de junio de 1970, cuando era sólo una
posibilidad el triunfo electoral de Allende, Henry Kissinger, Secretario de
Estado norteamericano del presidente Richard Nixon, advirtió que los
norteamericanos no permitirían que Chile transite al comunismo “por
irresponsabilidad de su pueblo”.
Como se
sabe, Allende, del bloque izquierdista Unidad Popular (UP), ganó por mayoría
relativa (36% de los votos) las elecciones del 4 de setiembre de 1970.
El 15 setiembre de 1970, Richard Nixon,
presidente de EU, calificó de inaceptable el triunfo de Allende en Chille y
admitió que a EU no le quedaba otra cosa que “hacer chillar” la economía
chilena.
Al no haber ganado por mayoría absoluta, el
Congreso debía elegir al futuro presidente chileno entre los dos candidatos más
votados: Allende, de izquierda, y Alessandri, de derecha.
La CIA puso en juego una carta: El Partido
Nacional (PN) le propuso a la Democracia Cristiana (DC) una fórmula: a) Que la
DC apoye a Alessandri, b) Que luego Alessandri renuncie y convoque a nuevas
elecciones, y c) Que en las nuevas elecciones, el PN y la DC, en alianza,
elijan nuevamente a Frei, de la DC. La DC chilena no aceptó la propuesta.
Ante ello, la CIA puso en juego otra carta: La
DC condicionó su apoyo a Allende, a que éste firme de antemano un “Estatuto de
Garantías Constitucionales”, es decir, se comprometa a gobernar el país
respetando estrictamente la Constitución Política chilena. Allende firmó ese
documento.
Ante el inminente ascenso de Allende, la CIA y
la extrema derecha chilena engendraron al grupo paramilitar fascista “Patria y
Libertad” y mediante él estallaron bombas en diferentes localidades del país.
Sus voceros culparon de estas detonaciones a la izquierda, y empezaron a
presionar para que las fuerzas armadas impidan el ascenso de Allende.
En tales circunstancias se produjo el claro y
valiente pronunciamiento del general René Schneider, Comandante en Jefe del
Ejército: “Las fuerzas armadas chilenas respetan y respetarán el resultado de
las elecciones”.
El 24 de
octubre de 1970, con el voto de la UP y la DC y al amparo de altos mandos
militares constitucionalistas, Allende es elegido, por el Congreso, el nuevo
presidente constitucional de su país.
El 25 de octubre de 1970, tras un atentado
ejecutado por el grupo “Patria y Libertad”, fallece el general
constitucionalista René Schneider. Sin duda, su muerte, es un claro mensaje del
imperialismo yanqui y la derecha chilena a todos los oficiales leales a
Allende.
El 4 de
noviembre de 1970, en medio de una gran expectativa nacional e internacional,
Allende asume la presidencia de Chile.
El 6 de noviembre de 1970, Nixon, presidente de
EU, a dos días del ascenso de Allende, señala que la principal preocupación de
EU en Chile es evitar que Allende se consolide en el poder y tenga una buena
imagen en el mundo, y da directivas para desestabilizarlo.
El gobierno de Allende llevó adelante,
utilizando las normas legales vigentes en Chile, la estatización de diversas
empresas extranjeras. Es de resaltar que la nacionalización del cobre contó con
el respaldo pleno de todos los sectores políticos del Congreso. Del mismo modo,
profundizó la reforma agraria iniciada por el gobierno anterior. Se congelaron
los precios y se elevaron los sueldos y salarios.
La abrupta caída del precio internacional del
cobre, sumada al permanente boicot de la derecha perjudican enormemente a la
economía chilena. Aparecen los primeros indicios de desabastecimiento. La
economía chilena “empieza a chillar”.
Pese a
todos los esfuerzos de la CIA y la extrema derecha para desacreditar al
gobierno, en las elecciones municipales del 4 de abril de 1971, la UP logró el
49% del total de los votos.
La CIA y a las fuerzas más reaccionarias del
país entran en franca desesperación y buscan profundizar el caos alentando y
promoviendo el creciente desabastecimiento de productos de primera necesidad a
lo largo y ancho del país. El gobierno popular responde creando en cada barrio
las Juntas de Abastecimiento y Precios, JAP.
Para las elecciones complementarias de enero de
1972 se inicia la alianza entre la DC y el PN. Estos partidos aprobaron una
reforma constitucional que entrababa los planes estatistas de la UP.
En octubre de 1972, la CIA y la extrema derecha
chilena logran orquestar el paro de la Agrupación de Dueños de Camiones de
Chile. El paro causa estragos en la población, y es contrarrestado en parte por
los camioneros leales al gobierno. En diversas partes del país se producen
grandes movilizaciones populares en apoyo al gobierno. Al no lograr poner a la
población contra el gobierno, verdadero objetivo de la medida, fracasa la
huelga de los camioneros.
En octubre de 1972 la DC logra que el gobierno
apruebe la “Ley de Control de Armas”. Esta ley facultaba a las fuerzas armadas
allanar fábricas, haciendas, barrios, locales sindicales y locales partidarios
para comprobar la inexistencia de grupos armados en la población civil. Para la
CIA y la extrema derecha esta ley les servía para impedir que el pueblo tome
las armas. Para la UP esta ley le servía para demostrar que su proceso revolucionario
era pacífico.
La CIA y la extrema derecha penetran en la clase
obrera y promueven una huelga nacional de trabajadores del cobre exigiendo que
se les duplique los salarios. Con el beneplácito de la CIA y la extrema derecha
empieza la huelga obrera contra el gobierno popular. Los obreros leales al
gobierno tienen que trabajar dos turnos diarios para mantener la producción. La
huelga obrera reaccionaria al no recibir el respaldo de la población es
derrotada pero la polarización de país se acrecienta.
La CIA y la extrema derecha penetran también en
la juventud estudiantil, cuyos sectores más conservadores se movilizan en
oposición a las reformas en la educación bajo el argumento de oponerse a la
difusión del marxismo ateo en los colegios y las universidades de Chile. Se
producen graves enfrentamientos entre jóvenes del país, con el trágico saldo de
muertos y heridos. La polarización del país aumenta.
En las
elecciones parlamentarias del 4 de marzo de 1973 el PN y la DC se unen en la
denominada CODE (Coordinadora Democrática). La CIA y la extrema derecha esperan
que la CODE alcance el 66% de los votos que les permitiría destituir a Allende
por acuerdo del Congreso, pero para el infortunio de ellos, sólo logran el 54%
de los votos, en tanto que la UP crece en su respaldo popular logrando el 43%.
Ese resultado electoral, triunfal, pero adverso,
termina por convencer a la CIA y a la extrema derecha chilena que no es posible
poner al pueblo chileno contra su gobierno. Los dinamitazos de “Patria y Libertad”
destruyendo la infraestructura del país no le desmoralizan. Los asesinatos a
sus dirigentes no le acobardan. Las largas colas para comprar azúcar, leche,
pan, no le amilanan. Al contrario, la lealtad al gobierno crece y crece. La
única posibilidad que les queda para derrocar al gobierno de Allende y eliminar
a sus miles de leales colaboradores es mediante un sangriento golpe de Estado.
Empiezan a prepararse para ello.
El alto clima de violencia que hay en Chile hace
que la iglesia católica se pronuncie oficialmente lamentando ello y haciendo un
clamoroso llamamiento a la paz y unidad del país. Ante este pronunciamiento de
la iglesia católica, la DC se ve presionada a dialogar con el gobierno.
El diálogo entre la UP y la DC fracasa porque la
DC pretendió algo inaceptable por la UP: Que el gobierno devuelva a sus
propietarios las empresas estatizadas.
El 29 de junio de 1973 se produjo el
“tanquetazo”, un intento de golpe de Estado por una minúscula parte de las
fuerzas armadas chilenas, al margen de la alta oficialidad militar. El
“tanquetazo” fracasa, pero polariza enormemente al país. El pueblo realiza una
enorme manifestación de respaldo al gobierno, en tanto la extrema derecha llama
abiertamente a las fuerzas armadas al golpe de Estado y sectores radicales de
la izquierda llaman al levantamiento popular contra el golpe de Estado.
En tanto, la CIA ya tiene registrado los nombres
y los domicilios de los principales colaboradores del gobierno y considera que
ha llegado el momento de desencadenar el golpe de Estado. El agente de la CIA
Patrick Ryan y el Vicealmirante José Toribio Merino se reúnen y deciden tomar a
la oficialidad de la Marina como centro inicial de las operaciones. Pero
encuentran un enorme obstáculo, la presencia del comandante de la Armada Arturo
Araya. Edecán Naval del presidente Allende. Deciden eliminarlo.
El 27 de julio de 1973, “Patria y Libertad”
cumple el encargo de asesinar al comandante de la Armada Arturo Araya. La
Marina queda bajo control de los golpistas.
El 17 de agosto de 1973, tras la inesperada
renuncia del general César Ruiz Danyau, el general Gustavo Leigh pasa a ser el
nuevo Comandante en jefe de la Aviación, que de inmediato se suma a los planes
golpistas de la CIA. La Marina y la Aviación están bajo control de los
golpistas.
El 22 de agosto de 1973, mediante un manifiesto,
la Cámara de Diputados del Congreso declara el quebrantamiento constitucional
de la República, por la negativa del ejecutivo de promulgar unas reformas
constitucionales aprobadas por el Congreso. En el fondo, este es un llamamiento
oficial del parlamento al golpe de Estado.
El 23 de agosto de 1973, tras un incidente
callejero escandalizado por la prensa, el general Carlos Prats es obligado a
renunciar. El nuevo Comandante en jefe del Ejército pasa a ser Augusto Pinochet
El viernes 7 de setiembre la CIA determina que
el golpe de Estado debe ser el 11 de setiembre de 1973. La polarización del
país es tal que cualquier demora puede ser fatal para los planes golpistas.
El sábado 8 de setiembre de 1973 Merino y Leigh
envían un emisario donde Pinochet para informarle sobre el golpe de Estado que
se llevará adelante “con o sin su apoyo”. Pinochet le responde al emisario que
él no es marxista, lo que podía indicar su apoyo al golpe.
Por la mañana del domingo 9 de setiembre Allende
se reúne con Pinochet y otros generales, donde se supone que Allende les
informó su deseo de convocar a un plebiscito sobre la continuidad o no de su
gobierno cuestionado por el Congreso.
Por la tarde de ese mismo domingo 9, Leigh
visita a Pinochet para saber su posición frente al golpe que se avecinaba. Al
final, ambos firmaron un documento redactado por Merino donde se comprometían
apoyar el golpe. El golpe ya era inevitable.
El día lunes 10 zarpa la escuadra naval para
participar en la Operación UNITAS y el ejército se acuartela bajo el pretexto
de prevenirse ante un posible disturbio. En verdad, se concentraban para
desencadenar el golpe.
En la
madrugada del martes 11 de setiembre de 1973, el Vicealmirante golpista José
Toribio Merino, con el apoyo de la oficialidad de la Marina, destituye al
Almirante Raúl Montero y se autoproclama Comandante en jefe de la Armada. La
escuadra reaparece y las fuerzas armadas toman la ciudad de Valparaíso. Se iniciaba
así el golpe de Estado.
El presidente Allende es informado del
levantamiento de la Marina en Valparaíso. En vano busca comunicarse con
Pinochet y Leigh.
Allende y su grupo de resguardo parten hacia La
Moneda, donde el presidente recibe el respaldo de los carabineros leales a su
gobierno que toman sus puestos de combate. Allende dirige un primer mensaje a
la Nación, donde informa “la sublevación de un sector de la marinería” y llama
al pueblo “a la prudencia”.
A las
8:00 de la mañana, las fuerzas armadas salen de sus cuarteles y toman el
control de las calles de la capital.
A las
8:40 de la mañana se emite la primera proclama militar, donde se llama a
Allende entregar el poder a los jefes supremos de las fuerzas armadas:
Pinochet, Leigh, Merino y Mendoza, y se advierte que si La Moneda no es
desocupada antes de las 11 de la mañana, será atacada “por tierra y aire”. A
Allende se le ofrece un avión para que salga del país. Allende niega rendirse.
A las 10:15 de la mañana, Allende pronuncia, por
Radio Magallanes, la única emisora gubernamental todavía no acallada, su último
discurso. En él ratifica que no va a renunciar, que pagará con su vida la
lealtad del pueblo, que otros hombres superarán este momento gris y amargo, y
que su sacrificio no será en vano.
A las
10:30 de la mañana, tanques abren fuego contra La Moneda causándole graves
daños. Mientras eso sucedía en el palacio de gobierno, en Santiago de Chile y
en todo el país, miles y miles de dirigentes de la UP, totalmente desarmados,
eran buscados en sus casas o en sus centros de labor, detenidos y asesinados
por las fuerzas armadas y agentes de la CIA armados hasta los dientes. Se
estima que fueron asesinados unos tres mil dirigentes chilenos.
Como Allende no se rendía, a las doce del día
cuatro aviones de guerra inician el bombardeo aéreo de La Moneda. “El bombardeo
de La Moneda fue un espectáculo impresionante. Algo parecido a ello sólo
veíamos en fotos de la segunda guerra mundial”. Así graficó el brutal ataque a
La Moneda un poblador de la capital chilena.
A las
2:30 de la tarde un tanque derriba la puerta de La Moneda, y la infantería
ingresa y toma el primer piso del edificio. Allende y sus colaboradores, que
estaban en el segundo piso, son informados que el ejército ya ha tomado el primer
piso. Allende dispone que dejen las armas y bajen todos, y que él lo hará al
último. El informe oficial asegura que Allende se suicidó ese momento. No está
descartado que puede haber sido asesinado. Así terminó el gobierno de la UP en
Chile.
A cuarenta años de su muerte, es justo reconocer
que Salvador Allende fue uno de los más grandes dirigentes de América Latina.
Tuvo el mérito de sembrar en su pueblo los ideales del socialismo y lo encaminó
hacia esos ideales “por la vía pacífica”, buscando evitar una guerra civil en
su patria. Pero, lamentablemente, si bien pudo evitar una guerra civil, no pudo
evitar la masacre de su pueblo desarmado. Experiencia cruel y dura lección para
todos los pueblos del mundo.
Es oportuno recordar, que al día siguiente del
golpe de Estado, como por arte de magia, todas las tiendas comerciales de Chile
amanecieron llenos de productos de primera necesidad. El desabastecimiento
fabricado por la CIA y la derecha terminaba. La economía chilena “dejaba de
chillar”.