sábado, 28 de marzo de 2015
viernes, 6 de marzo de 2015
8 DE MARZO, DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
08 DE MARZO:
DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
(Por Walter Romero Quinto, profesor de Ciencias Sociales)
El 8 de marzo de cada año se celebra el DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER.
El nombre es muy
lacónico, muy genérico. Tal vez deba llamarse “Día de los Derechos de la
Mujer”, o quizá, “Día de las Luchas de la Mujer por sus Derechos
Ciudadanos y Laborales”.
Como se sabe, en
los albores de la Antigüedad, las mujeres ocupaban el más alto sitial en la
sociedad. Durante el matriarcado, ellas gobernaban la comunidad. Pero, con la
instauración del patriarcado, salvo muy raras excepciones, como el de Makeda en
Saba o Cleopatra en Egipto, la mujer fue relegada en sus derechos. Las dos
únicas funciones que se le encargó cumplir, y bajo la férrea autoridad del hombre,
fueron la maternidad y las labores domésticas.
LA MUJER Y LA EDUCACIÓN
Un doliente caso
que llega hasta nosotros sucedió hace mucho tiempo en México. Inés era una niña
de seis años. Un día su madre peinó sus largas trenzas y le puso un hermoso
vestido, y su padre la llevó a la escuela del pueblo para matricularla. La
xplicación y la respuesta del director de la escuela fue cruel y terminante: la
educación era sólo para los niños, y no podía matricular a Inés porque era
mujer. A sus padres no les quedó otra alternativa que emigrar a otro
pueblo, cortarle sus largas trenzas y disfrazarla de varón para que pueda
estudiar, hasta el día en que, ya adolescente, descubrieron que era mujer y le
prohibieron seguir estudiando. Tal era el grado de marginación educativa que
llegó a sufrir antaño la mujer en diversos lugares del mundo, bajo el supuesto
que la mujer tenía “el encargo divino” de ser una buena madre y que no debía
“alejarse” de ese papel. Se pensaba pues que la mujer había sido creada sólo
para ser madre, y para lactar o cambiar los pañales al bebe, no se necesitaba
saber leer ni escribir.
Pero llegó un
momento en que la sociedad llegó a considerar que la mujer debía prepararse
para ser "buena esposa y buena madre". Así surgió la necesidad de
crear, en las ciudades, aparte de las escuelas para niños, las escuelas
para niñas. Allí las niñas aprendían lectura, escritura, aritmética
básica, religión católica y "labores propias de su sexo", es
decir cocina, costura e higiene. Las nociones de historia, geografía,
biología, física, etc., sólo eran impartidas a los varones en las escuelas para
niños.
Un dicho dice
“No hay mal que por bien no venga”. En el caso de las mujeres campesinas, esto
resultó muy cierto: Como en las zonas rurales había poco alumnado, se dispuso
que allí funcionen las escuelas mixtas (de varones y mujeres). Fueron
en esas escuelas mixtas rurales donde las mujeres adquirieron las nociones
elementales de las ciencias naturales y las ciencias sociales, y en el
futuro algunas de ellas llegaron hasta los estudios superiores.
Cabe destacar
que la primera profesión de las mujeres fue el magisterio: ser
maestras de niñas. Luego, fueron varias de estas maestras las
que, desde la década 80 del siglo XIX, ingresaron a la
Universidad y prosiguieron una segunda carrera, llegando a ser
profesionales en otras ramas del saber humano.
Se considera que
la primera mujer médico del mundo fue una doctora inglesa que vivió
entre fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, que para poder
estudiar y desempeñarse profesionalmente se disfrazó de varón y optó
el nombre de James Barry. La primera médica de Estados Unidos fue la
inglesa Elizabeth Blackwell, quien obtuvo su título en 1845. En España, la
primera mujer profesional fue Dolors Aleu Riera, una médica que se graduó en
1882. En 1881 se tituló en Medicina la brasileña María Augusta Generosa
Estrella, lo cual la convierte en la primera latinoamericana profesional,
pero hay tomar en cuenta que sus estudios los realizó en Estados
Unidos. Tanto en México como en Chile, la primera mujer profesional fue una
médica, y ambas completaron sus estudios en 1887. En
Argentina, la primera mujer profesional, fue una médico-cirujana, que se tituló
en 1889. En el Perú, la primera mujer que realizó estudios
universitarios fue María Trinidad Enríquez, que estudió Leyes,
obteniendo su bachillerato en 1878. (No llegó a titularse).
Y muy pronto las
mujeres llegaron mucho más. Así, la alemana Elsa Neumman (que se
preparó con profesores particulares y estudió la Universidad como
alumna invitada, pues la educación pública media y superior estaba vetada
entonces para las mujeres en su país) es la primera mujer en obtener
un Doctorado en Física, en 1899; y la polaca-francesa Marie Curie obtiene un
Doctorado en Física, en 1903, y es la primera mujer que gana un Premio
Nóbel, y dos veces, en Física, en 1903 y en Química, en 1911.
La checoslovaca
Bertha Kinsky Suttner fue la primera en ganar un Premio Nóbel de la Paz, en
1905. La sueca Selma Lagerlöf fue la primera mujer en obtener un Premio
Nóbel de Literatura, en 1909, (la chilena Gabriela Mistral, obtuvo este
mismo premio en 1945). La checoslovaca-estadounidense Gerty Theresa Cori,
es la primera en ganar un Premio Nóbel de Medicina, en 1947.
LA MUJER Y LOS
DERECHOS POLITICOS
Un aspecto
importante de las luchas feministas fue por sus derechos políticos: el derecho
al voto de las mujeres. Buscó romper la vieja creencia que "las mujeres no
pueden elegir ni ser elegidas pues nada o poco entienden del gobierno de un
país". Algunos progresistas llegaban a considerar que las mujeres
podían votar pero sólo en elecciones municipales. Esta lucha fue larga y dura,
particularmente en Inglaterra, el país más desarrollado de inicios del siglo
XX. Finalmente, poco a poco, se logró el voto de las mujeres, Nueva Zelanda en
1893, Australia en 1901, Finlandia en 1906, Noruega en 1913, Dinamarca en 1915,
Rusia en 1917, Alemania e Italia en 1919, Estados Unidos en 1920, Inglaterra en
1928, España en 1931, Francia en 1944, etc.
Ecuador, en
1924, fue el primer país latinoamericano en conceder el derecho al voto de la
mujer, a raíz que la doctora Matilde Hidalgo de Prócel reclamó su derecho a
votar, pedido que fue atendido y aceptado por las autoridades de su país.
Luego, el voto femenino fue conseguido en Brasil (1932), Cuba (1934), Uruguay
(1938), Argentina, México y Venezuela (1947), Chile (1949), Bolivia (1952),
Colombia (1954) y Paraguay (1961).
En el Perú, el
derecho al voto de la mujer se consiguió en 1955, mediante Ley Nº 12931
del 7 de setiembre de ese año. Las peruanas votaron por primera vez en las
elecciones generales de 1956, el domingo 17 de junio de ese año, y en ella
fueron elegidas las primeras nueve parlamentarias de nuestra historia.
La primera mujer
presidenta de un país en el mundo fue Sirimavo Rattwate Dias Bandaranaike,
presidenta de Sri Lanka (una isla asiática frente a la India), entre 1960 y
1965. La primera mujer presidenta de un país latinoamericano fue María Estela
Martínez de Perón, más conocida como Isabel Perón, presidenta de Argentina
entre 1974 y 1976.
Hablando de
mujeres gobernantes, no debe olvidarse que Catalina II fue reina de Rusia
desde 1762 hasta 1796 y Victoria I fue reina de Inglaterra desde 1837 hasta
1901; y que Indira Ghandi, Golda Meir y Margaret Thatcher, llegaron a ser
primeras ministras de la India, Israel e Inglaterra, respectivamente; que
últimamente Michelle Bachelet fue presidenta de Chile; y que actualmente
Cristina Fernández de Kirchner es presidenta de Argentina.
LA MUJER Y LOS
DERECHOS LABORALES
Otro aspecto
importante de las luchas feministas es la lucha por la igualdad en los derechos
laborales entre hombres y mujeres. Partiendo del criterio que la mujer es
físicamente “más débil”, algunos empresarios determinan que el salario de las
mujeres sea menos que el de los varones. Muchas veces, por un mismo trabajo, un
varón recibe un sueldo, y una mujer, medio sueldo. Fácilmente puede deducirse
que en ese caso, la mujer trabajadora es doblemente explotada por la patronal.
Es contra esta desigualdad y cruel explotación del sistema capitalista que
miles y miles de mujeres de todo el mundo han luchado, luchan y seguirán
luchando. Como ejemplo de la dureza de estas luchas debe recordarse que el 27
de setiembre de 1909 fueron calcinadas 146 mujeres trabajadoras que como medida
de fuerza habían tomado el local de la fábrica textil Cotton de Nueva York, y
el 25 de marzo de 1911, se inmolaron decenas de obreras textiles de la
fábrica Triangle Shirtwaist Company de Nueva York que
protagonizaban una heroica huelga.
Como
reconocimiento y tributo a las luchas de las mujeres trabajadoras, hace un
siglo, la célebre Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, realizada
en Copenhague, Dinamarca, en 1910, a propuesta de la dirigente alemana
Clara Zetkin, proclamó al tercer domingo de marzo como el Día Internacional de
la Mujer Trabajadora, que se celebró por primera vez el 19 de marzo de 1911 en
Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza.
El domingo 8 de
marzo de 1917, en Rusia, miles de mujeres obreras y
campesinas realizaron una gigantesca protesta por la muerte de dos
millones de soldados rusos (sus padres, esposos e hijos) en la primera guerra
mundial, exigiendo "paz y pan", impulsando el triunfo de la
revolución rusa que terminó con el derribo del gobierno zarista. Desde
entonces, se ha fijado el 8 de marzo como "Día Internacional de la Mujer
Trabajadora". En 1975, quitándole su carácter de clase, la ONU declaró, al
8 de marzo, como el "Día Internacional de la Mujer".
Hablando de la
mujer y los derechos laborales, permítanme rendir un justo homenaje al grupo de
29 maestras con quienes luchamos en la huelga de 45 profesores fiscalizados de
los campamentos mineros de San Cristóbal y Andaychagua, en 1985, contra la
poderosa empresa CENTROMIN-PERU, huelga que incidió en la justa reivindicación
profesional de los 1200 profesores fiscalizados de esa empresa. Mi saludo, en
primer lugar, a Amelia Carmen Ruiz, Directora del Colegio de San Cristóbal,
figura fundamental en la preparación y el desarrollo de aquella histórica
huelga, a Alicia Javier León, Amanda Véliz Espinoza, Ana Manyari Bullón, Carmen
Limachi Suárez, Cornelia Terbullino Pérez, Doris Mendoza Ccanto, Dulia
Rodríguez Arauco, Edith Lapa Mucha, Felipa Luque Pérez, Flor de María Santillán
Valdivia, Gada Olivera Alva, Haydée Samaniego Galarza, Irma Asto Uceda, Lina
Rau Calizaya, Luisa Gutiérrez Zea, Luisa Pérez Jordán, Luz Porras Berríos
(QEPD), Magdalena Arcos Rojas, Marcelina Romero Pérez. Martha Baldeón
Villanueva, Mery Torres Cerrón, Nancy Calderón López, Nancy Campos Gonzales,
Nilda Lagos Gómez, Rebeca Tovar Bernaola, Rosario Beraún Mayta, Silvina
Ildefonso Torres y Zofía Maldonado Sánchez. Sin la participación de ellas,
nuestra huelga hubiera carecido de “perfume de flores y aroma de mujer”.
LA MUJER Y LA
SOCIEDAD
Pero
muchas mujeres no sólo han destacado en su superación personal o en la
lucha por sus derechos como mujer, sino en la lucha en defensa de su patria o
por una sociedad mejor para todos. Un ejemplo de ello es Juana de Arco
(1412-1431), joven campesina, heroína militar francesa, que con tan solo
17 años de edad, llegó a encabezar al ejército real francés contra
una invasión inglesa, consiguiendo importantes victorias.
En el Perú no
podemos olvidarnos de Micaela Bastidas (1745-1781), mujer de clara inteligencia
y férreo carácter, esposa de Túpac Amaru II, que a su lado se levantó
contra la tiranía española, llegando al sacrificio; como tampoco podemos
olvidarnos de María Parado de Bellido (1761-1822), que se negó ante el enemigo
realista delatar a los patriotas independistas, llegando a ofrendar su vida en
pro de nuestra independencia.
Flora Tristán (1803-1844),
obrera y pensadora francesa (de padre peruano), es la precursora de la
unidad internacional de la clase obrera, del derecho a la educación
de la mujer, y de la necesidad de la emancipación de la mujer de los
abusos en el matrimonio.
Clorinda Matto
de Turner (1852-1909), escritora peruana, fue una mujer que empleo
su pluma para denunciar los abusos que los gamonales y la
propia iglesia católica cometían con los campesinos indígenas de la sierra
peruana.
Mención especial
merecen la alemana Clara Zetkin (1857-1933) y la polaca-alemana Rosa
Luxemburgo (1871-1919), ambas, grandes líderes del
movimiento feminista, obrero y socialista alemán y mundial, grandes
luchadoras pacifistas contra la primera guerra mundial, y luego, renombradas
dirigentes de la lucha antifascista.
Dolores Ibárruri
Gómez, “La Pasionaria”, (1895-1989), española, gran dirigente comunista de la
España republicana y la guerra civil española, reconocida mundialmente por sus
vibrantes y conmovedores discursos en pro de la revolución y la justicia
social, como este mensaje que dice: Más vale morir de pie, que vivir
arrodillados.
Rosa Parks
(1913-2005), una obrera negra norteamericana, que en 1955, cuando viajaba
en un ómnibus, se negó a levantarse de su asiento para cederla a un
blanco, como era la costumbre de entonces, iniciando, con este acto, una
enérgica y triunfal protesta contra la segregación de los negros en los
medios de transportes norteamericanos.
Gladys Marín
(1941-2005), profesora chilena, dirigente política de larga
trayectoria, y varias veces diputada de su país. Fue una de las artífices para
el triunfo electoral del socialista Salvador Allende, en Chile, y tras su
sangriento derrocamiento, perseguida política y heroína de la resistencia
popular contra el régimen fascista de Pinochet.
María Elena
Moyano (1958-1992), reconocida en el Perú como "Madre Coraje",
Presidenta de la Federación Popular de Mujeres de Villa El Salvador, célebre
por su incansable actividad en pro de la creación y funcionamiento de comedores
populares para los sectores más postergados de su localidad, y por su público
deslinde con los crímenes que el grupo terrorista "sendero
luminoso" venía imponiendo en el país, muriendo asesinada por un comando
de aniquilamiento de esta organización.
En el Perú
pecaríamos de cobardes o mezquinos si en un homenaje a la mujer dejáramos de
mencionar a Edith Lagos Sáenz, Luz Villoslada Rodríguez y Herma Meléndez Cueva,
tres jóvenes mujeres que optaron por la acción armada inmediata y directa como
camino para la justicia social en nuestro país, y se inmolaron ofrendando su
juventud y sus vidas; la primera, en Umacca, Andahuaylas, en un enfrentamiento
con una patrulla policial, en 1982; las últimas, tras el asalto a la residencia
del embajador japonés, en Lima, en 1997. Sobre ellas, es válido este verso que
dice: Escribieron sus nombres con su sangre, y murieron para nunca más morir.
Aunque rompe la
regla que hemos propuesto, no se puede dejar de mencionar a Teresa de
Calcuta (1910-1997), religiosa católica albanesa, célebre por su caridad
"con los pobres más pobres" de la India, galardonada con el Premio
Nóbel de la Paz en 1979.
En suma, hay
pues mujeres que han prestado grandes servicios en la tarea todavía inconclusa
de hacer más humana nuestra Humanidad.
LA MUJER Y LAS
COSTUMBRES
Una imagen
tradicional de la mujer la muestra con largas trenzas, holgadas blusas y
enormes faldones; dentro de las cuatro paredes de la casa, ocupándose sólo de
los hijos y las tareas domésticas. En términos generales, eso ya no es así.
a) La cabellera
corta
Hace tiempo ya
que buena parte de las mujeres abandonaron las trenzas. Cuentan que para las
primeras obreras, oprimidas por largas jornadas de trabajo doméstico y laboral,
era un verdadero suplicio lavar, peinar y trenzar sus largas cabelleras.
Una de ellas, rompiendo con toda la tradición, decidió cortarse las
trenzas. Así nació el célebre "peinado Garzón", cuyo uso pronto se
extendió entre las demás obreras. El "peinado Garzón", muy
silenciosamente, constituye pues la primera revolución en las costumbres
femeninas. ¿Qué mujer no se ha cortado el cabello alguna vez?
b) La minifalda
y los pantalones
Hasta la década
sesenta del siglo pasado era costumbre indiscutible que las mujeres usen
faldones. Dentro de lo que se llamó "la nueva ola" las mujeres
jóvenes empezaron a usar gradualmente la falda, la minifalda y los pantalones.
Cabe recordar los "gritos al cielo" de la iglesia católica contra el
uso de la minifalda y los pantalones por las mujeres, calificándolo de
"actos impuros" con la "dignidad de la mujer". En el mundo
occidental este tema parece ya superado, pero en muchos lugares de Oriente, las
prohibiciones a estos usos aún siguen en pie.
c) Salidas a
la calle
Las normas
éticas para la mujer de la "era victoriana" (fines del siglo XIX)
prohibían explícitamente que una mujer pueda salir sola a la calle. La mujer
debía salir a la calle acompañada de su padre o de su marido, o en casos de
emergencia, acompañada de otra mujer, como su madre, o su hija. Si una mujer
salía sola, sencillamente, manchaba su reputación, y mucho peor si
salía sola de noche. La imposibilidad que la mujer moderna estudiante o
trabajadora pueda estar todo el día acompañada de su padre o su marido fue
deteriorando esta regla que prácticamente ha quedado eliminada en casi todo el
mundo. Hoy es normal ver en la calle a un sin número de mujeres, de toda edad,
caminando solas, con total naturalidad y sin censura alguna.
d) Libertad
matrimonial
Hablando de
matrimonio, hubo épocas en que los padres decidían el matrimonio de
sus hijas, mejor dicho, los padres escogían al futuro cónyuge de la
hija al margen de la opinión de ésta. De esta situación impositiva, se ha
avanzado al hecho que hoy, en muchos lugares del mundo, son las jóvenes quienes
deciden con quien casarse. De otro lado, antes era visto como una
tragedia el hecho que una mujer no se case. Se consideraba como que la
mujer estaba quedando sin protección material y moral. En la actualidad es creciente
el número de mujeres, sobretodo, profesionales, que optan por no casarse, a fin
de no interrumpir y continuar ascendiendo en su carrera profesional. Algunas de
estas mujeres incluso optan por la maternidad sin matrimonio, toda una
corriente nueva en el tema de la familia.
e) Mundo laboral
Hubo tiempos
económicamente mejores en que en las familias de "clase media" era
suficiente que sólo el marido trabajara en busca de un sueldo o salario, y la
casa y los hijos quedaban al cuidado de la esposa. Pero eso hoy pertenece al
pasado. Los sueldos y salarios de la "clase media", cada vez más
miserables han obligado a las mujeres a salir al campo laboral en busca de un
sueldo o salario más para aliviar en algo la precaria economía familiar. Entonces
fueron apareciendo los trabajos o profesiones femeninas. Ejemplos: La maestra
de escuela, la costurera, la peinadora, la secretaria, la enfermera,
por citar los casos más conocidos. Eso también ya es historia. Hoy hay mujeres
médicos, farmacéuticas, contadoras, ingenieras, policías,
militares, taxistas, aviadoras, etc., es decir, las mujeres de hoy
han incursionado en ocupaciones donde antes era dominio exclusivo de
los varones. Así tenemos que Valentina Tereshkova, una mujer rusa, luego
de una exigente selección y una ardua preparación física, fue la primera mujer
cosmonauta en volar al espacio, en 1963. Ese experimento demostró que
el cuerpo de la mujer resiste muy bien a las difíciles condiciones de un
viaje espacial, y su posterior embarazo demostró que la estancia en
el espacio, no afecta, en el futuro, a la fisiología femenina.
PERO NO TODO ES
COLOR DE ROSA
El progreso de
la mujer en el siglo XX es evidente, es incuestionable, pero no todo es color
de rosa.
Ejemplo, hoy,
millones de mujeres son estudiantes, miles son profesionales, y algunas
son verdaderas lumbreras para la Humanidad, pero el analfabetismo sigue
afectando a un sin número de mujeres en el mundo. En el Perú, el año 2002, el
analfabetismo afectaba en las zonas urbanas al 3% de hombres y 9% de
mujeres, y en las zonas rurales al 13% hombres y al 37% mujeres. Sin
discusión, hay más analfabetismo en las mujeres, porque hay más dificultades
para que la mujer acceda a la escuela. Esto debe superarse.
El problema de
la prostitución sigue latente en todo el mundo. En el Perú, a inicios del año
2000 se calculaba que al menos unas 12 mil mujeres ejercían la
prostitución sólo en el Centro Histórico de Lima, y de ellas, el 20% oscilaban
entre 13 y 17 años de edad. Moralismos aparte, la causa principal de la
prostitución es la crisis económica familiar. En la prostitución, el objetivo
del hombre es el placer, pero el objetivo de la mujer no es el placer en
sí, sino es la ganancia económica. Rescatar a una mujer de la prostitución
implica encontrarle otras fuentes de ingreso económico. Y eso es lo que se
debe promover.
La
violencia psicológica y física contra la mujer es otro grave problema, al
extremo que la ONU se ha visto obligada a fijar al 25 de noviembre de
cada año como el "Día Internacional de la Eliminación de la Violencia
contra la Mujer" para llamar la atención de la sociedad mundial sobre ese
tema. Es que esta violencia es a veces extrema. Solamente en el Perú, el
año 2009, 94 mujeres fueron asesinadas cruelmente por sus parejas o ex parejas.
Lo más grave de todo esto es que 15 de ellas ya habían denunciado ante las
autoridades haber recibido amenaza de muerte, y nada se hizo. A esas
mujeres amenazadas no se les brindó ninguna protección. Esas mujeres no
sólo fueron asesinadas por sus agresores, sino también fueron asesinadas por la
indiferencia de la sociedad. Crear y desarrollar mecanismos de protección
contra esa violencia es la alternativa.
El cuadro de la
pobreza y la pobreza extrema en el mundo sigue siendo preocupante,
y afecta a hombres y mujeres por igual. Las cifras hablan fríamente. En el
Perú, según datos oficiales que muchos cuestionan porque consideran que
los porcentajes son mayores, la pobreza alcanza al 22% de la población en
la costa, al 60% en la sierra y al 48% en la selva, y la pobreza extrema
alcanza al 2% en la costa, al 29% en la sierra y 17% en la selva. En la región
Huancavelica, la región más pobre del Perú, pese a ser el primer productor de
energía eléctrica del país, la pobreza abarca al 85% de su población. Esto no
es justo. No podemos hablar de igualdad entre las mujeres ante este panorama
desolador. Es evidente que se hace necesario y urgente un cambio social en el
país.
EN SUMA
En suma, se ha
avanzado, pero los problemas persisten. Hay que liberar a la mujer de
las tareas domésticas, pero también hay que liberarla de la pobreza
económica, y de la violencia física y psicológica contra la mujer.
¿Cómo liberar a
la mujer de las tareas domésticas? Empezando a pensar que las tareas domésticas
no son tareas ineludibles y exclusivas de la mujer. Antes, cuando el
varón salía al trabajo y la mujer se quedaba en casa, podía suponerse que las
tareas domésticas correspondían sólo a la mujer, pero hoy cuando la mujer sale
también al trabajo, es lógico pensar que las tareas domésticas también pueden
y deben ser compartidas por la pareja. ¿Se podrá avanzar hacia ello
si ahora seguimos obligando sólo a las hijas a lavar los
utensilios? Para liberar a la mujer de las tareas domésticas urge también
preparar a la mujer para otras actividades. ¿Será fácil sacarle de la cocina a
una mujer que sólo sabe cocinar? Y por último, para liberar a la mujer de las
tareas domésticas, y la mujer pueda ascender libremente en el estudio o el
trabajo, la sociedad deberá organizarse para ello y difundir masivamente
comedores populares, lavanderías populares, cunas y guarderías, y esto,
sencillamente, sólo puede realizarse en los marcos de una sociedad nueva,
solidaria y colectivista.
¿Cómo liberar a
la mujer de la pobreza? No hay duda que un camino para liberar a la mujer de la
pobreza es el estudio y el trabajo. Pero, ¿esto será posible cuando la
educación se hace cada vez más costosa y elitista; y cuando el trabajo se hace
cada vez más escaso y precario? No. Sólo una sociedad capaz de brindar a todas
las mujeres una educación calificada y un trabajo bien remunerado puede
sacarlas masivamente de la pobreza. Y esto es imposible sin una mejor
distribución de la riqueza social.
¿Cómo liberar a
la mujer de la violencia física y psicológica? Educando a las nuevas generaciones
para la convivencia pacífica. Esto implica, entre otras cosas, eliminar de la
televisión los programas violentos, que por cierto, abundan en nuestra
televisión nacional con el auspicio comercial de grandes empresas, y el
silencio cómplice de nuestras autoridades.
LIMA-PERÚ, MARZO-2012.
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