2.- El ferrocarril Lima La Oroya
En 1870 se inició la construcción del ferrocarril Lima-La Oroya. Ojo,
por su alto costo, el proyecto ya no era de Lima a Jauja, sino sólo de Lima a
La Oroya. Su construcción, a cargo del Estado, respondía a la política estatal
de “convertir el guano en ferrocarriles” propugnada por Manuel Pardo, quien
llegó a ser presidente del Perú de 1872 a 1876. En 1878 el ferrocarril llegó a
Chicla, donde se detuvo, primero por problemas financieros, y luego por la
guerra con Chile.
En 1890 se reinició su construcción hasta La Oroya,
esta vez a cargo de la empresa inglesa Peruvian Company, entre otras, con la
condición de administrarla por 66 años. El ferrocarril llegó a La Oroya en
1893.
Nunca estará demás referirnos a la grandeza de esta obra, sea por la
difícil geografía que venció, por su ingenioso y complejo diseño, por la alta
inversión económica que le costó al país, por el elevado número de trabajadores
que participaron en ella, por el descomunal esfuerzo que realizaron los
operarios para construir una serie de puentes y túneles sin contar con
maquinaria moderna, y por el número de obreros muertos durante su construcción
a causa de la “fiebre de La Oroya”. Sin duda, a nivel mundial, es una de las
más grandes obras de ingeniería del siglo XIX. No en vano por mucho tiempo
ostentó el notable mérito de ser “el ferrocarril más alto del mundo”.
3.- La Oroya, eje del centro del país
Con la llegada del ferrocarril de Lima a La Oroya, -por su conexión con
el puerto del Callao-, este pequeño paraje se convirtió en un punto estratégico
importante del centro del país.
a) La Oroya – Junín – Cerro de Pasco
La producción minera de Cerro de Pasco empezó a comercializarse por La
Oroya. Miles de mulas transportando minerales o insumos mineros, empezaron a
transitar entre estas dos localidades, en desmedro de la anterior vía, Cerro de
Pasco – Oyón – Huacho – Lima. De La Oroya, los minerales eran enviados al
Callao, por vía férrea, y de allí al extranjero.
b) La Oroya – Tarma – Chanchamayo
A fines del siglo XIX el café era un producto agrícola muy cotizado. La
producción cafetalera del valle de Chanchamayo y de toda la selva central,
también encontró su vía internacional de comercialización por La Oroya, vía la
carretera La Merced – Tarma – La Oroya, y luego, mediante el ferrocarril Lima –
La Oroya.
c) La Oroya – Tarma –Jauja – Huancayo
El comercio del valle del Mantaro con Lima también se intensificó por La
Oroya. El camino Huancayo – Chupaca – Yauyos – Cañete, y el camino preincaico
Jauja – Pachacámac fueron abandonados en beneficio del camino Huancayo – Jauja
– Tarma – La Oroya. La actual carretera Jauja – La Oroya, es una construcción
posterior.
4.- La Cerro de Pasco Mining Company
En 1902, la empresa norteamericana Cerro de Pasco Mining Company compró
la inagotable mina de Cerro de Pasco.
Entre 1903 y 1904, esta empresa construyó su propio ferrocarril La Oroya
– Cerro de Pasco. La carga mineral era transportada por este ferrocarril de
Cerro de Pasco a La Oroya. Luego, de La Oroya al Callao, esta carga era
transportada por la empresa inglesa Peruvian Company, propietaria del
ferrocarril central.
Por esos años, La Oroya fue escenario de una aguda contradicción
interimperialista. Cuentan que los ingleses de la Peruvian Company, dueños del
ferrocarril central, pretendieron cobrarles a los norteamericanos de la Cerro
de Pasco Mining Company un precio demasiado elevado por el transporte de los
minerales. La furia de los yanquis fue tal que amenazaron con construir su
propio ferrocarril de Cerro de Pasco al Callao. Fue la intervención del Estado
peruano quien resolvió el conflicto obligando a los ingleses a cobrar por dicho
servicio un precio razonable.
El año 1906 los norteamericanos pusieron en funcionamiento la fundición
de Tinyahuarco, en las inmediaciones de Cerro de Pasco, la primera fundición
moderna de Latinoamérica, con energía producida por una termoeléctrica. El
carbón para generar calor lo llevan desde Goyllarisquizga.
El año 1914, los norteamericanos inauguran la hidroeléctrica de La
Oroya, y desde allí llevan la energía eléctrica requerida hasta Cerro de Pasco.
En 1915 la Cerro de Pasco Mining Company compró la mina de Morococha,
llegando a conformar la poderosa Cerro de Pasco Cooper Corporation.
En 1919, la Cerro de Pasco Cooper Corporation compra la mina de
Casapalca.
5.- La fundición de La Oroya
La fundición de Tinyahuarco, inicialmente cubría la producción minera de
Cerro de Pasco. Pero la gran expansión de esta mina y otras más que dicha
empresa venía comprando, creó la necesidad de una fundición mayor. Así nace el
proyecto de construcción de la fundición de La Oroya, en ese pequeño, estrecho
e inhóspito paraje que tenía tres condiciones importantes: Una hidroeléctrica
impulsada por las aguas del río Mantaro, aguas que a la vez servían para el
desagüe de los residuos metalúrgicos, y además, era el punto de encuentro entre
los ferrocarriles Cerro de Pasco – La Oroya y La Oroya – Callao.
La fundición de La Oroya resultaba muy beneficiosa a los
norteamericanos. De no ser ella hubieran tenido que llevar los minerales solo
concentrados y fundirlos en su territorio. Gracias a la fundición de La Oroya,
los norteamericanos libraban a su medio ambiente de una actividad altamente
contaminante, y de otro lado les resultaba mucho más barato procesar esos
metales en el Perú, pues la mano de obra era aquí mucho más barata que allá.
Entre 1919 y 1921 se construyó la fundición de La Oroya. Tras ello, esta
pequeña localidad llegó a ostentar el muy prestigioso título de “Capital
Metalúrgica de Sudamérica”. No era para menos, pues tenía una colosal
infraestructura, contaba con la mejor tecnología para la época, y no había otra
similar a ella en toda Sudamérica. Desde entonces, en la fundición de La Oroya
empezaron a fundirse los minerales de todas las minas de la región central del
Perú.
El impacto ambiental de la fundición de La Oroya fue letal para la
agricultura y la ganadería a varios kilómetros a la redonda de la fundición,
por la contaminación del aire con los humos metalizados y por la contaminación
del río Mantaro con los residuos químicos que se vertían a sus aguas. Los
sembríos no crecían, y los ganados morían envenenados. Al perderse la
productividad de sus tierras, cientos de campesinos quedaron en la miseria y el
desamparo, y fueron absorbidos fácilmente como mano de obra barata por la
empresa, sea en sus minas o en su fundición.
6.- La Cerro de Pasco Cooper Corporation (CPCC).-
En torno a la fundición de La Oroya, la Cerro de Pasco Cooper
Corporation (CPCC), formada en 1915, con la unificación de las minas de Cerro
de Pasco y Morococha, se convirtió con el tiempo en un enorme complejo minero
metalúrgico, cuya capital era pues, La Oroya. Grafiquemos un ligero panorama de
este enorme emporio:
a) Tenía cuatro centrales hidroeléctricas propias: La Oroya, Malpaso, Yaupi
y Pachachaca.
b) Contaba con seis grandes unidades mineras: Cerro de Pasco (desde 1902),
Morococha (1915), Casapalca (1919), Yauricocha (1924), San Cristóbal (1928) y
Cobriza (1967).
c) Contaba con varias plantas concentradoras, como Paragsha, MarhTunel y
Chumpe.
d) Tenía un sistema ferroviario propio: La Oroya – Cerro de Pasco; Cut Off
– Morococha; y Pachacayo – Yauricocha.
e) Contaba con la fundición de La Oroya.
f)
Tenía una unidad agrícola: En Yaupi.
g) Tenía dos unidades ganaderas:
En Casaracra y en Pachacayo.
h) Tenía una unidad forestal: En Huancayo.
Mucho se habla del deterioro ambiental causado por la fundición de La
Oroya y las minas de la Cerro de Pasco Cooper Corporation, pero hay un silencio
casi generalizado, tal vez por desconocimiento, sobre el grave deterioro
arqueológico que habría causado esta empresa en el centro del país. Los
cronistas españoles llegados con Pizarro, dan cuenta que los andenes de Tarma
eran tan imponentes como los andenes de Pisac. Los andenes de Pisac siguen en
pie. Los andenes de Tarma sólo quedan en el recuerdo. Se asegura que fueron
destruidos por la Cerro de Pasco Cooper Corporation para emplear sus piedras en
los cimientos de su gigantesca infraestructura. Este tema merece mayor
revisión.
Hay referencias que en sus mejores momentos, la fuerza laboral de la
Cerro de Pasco Cooper Corporation fue de dieciocho mil obreros, de los cuales,
seis mil laboraban en La Oroya, en medio del calor y el humo, a costa de su
valiosa salud, produciendo barrotes de diversos metales, principalmente de
plomo, zinc, cobre, plata y oro.
Si la enorme riqueza que se producía en la fundición de La Oroya hubiera
estado al servicio del país y hubiera sido distribuida más equitativamente,
hubiera podido brindar bienestar suficiente a todos los peruanos. Pero la
realidad fue otra. Generó astronómicas ganancias para sus accionistas, lejanos
extranjeros, y para sus esforzados obreros, peruanos venidos de diferentes
lugares del país, sólo un miserable salario. Es un deber denunciar que por
mucho tiempo estos trabajadores laboraron, bajo el supuesto de “proteger la
inversión extranjera”, con un régimen legal que prohibía la sindicalización.
Pero del mismo modo, es un deber recordar que
pese a ello, muchas conquistas sociales logradas en el Perú se gestaron
en La Oroya, o tuvieron el respaldo pleno de su clase obrera, con luchas que
costaron valor, sudor, sangre, vidas y lágrimas., como la inmolación de los
“Mártires de Malpaso”, obreros que fueron asesinados por orden de la Cerro de
Pasco Cooper Corporation, en 1930, cuando realizaban una heroica marcha de
respaldo al Primer Congreso de Mineros y Metalúrgicos del Centro. “Los Mártires
de Malpaso” son la expresión máxima de la lucha obrera en la región Junín.
·
EL
PRIMER CONGRESO DE MINEROS Y METALÚRGICOS DEL CENTRO
El 29 de octubre de 1929 se inició una grave recesión en Estados Unidos
que paralizó de golpe la economía norteamericana. La Cerro de Pasco Cooper
Corporation (CPCC), drásticamente se vio obligada a reducir su exportación de
minerales. Ante el impase, la empresa pretendió despedir a muchos trabajadores
y reducir los salarios de quienes quedaban laborando. Por su parte la clase
trabajadora respondió a estas medidas organizándose sindicalmente. Así, el
Sindicato de Empleados y Obreros de la Fundición de La Oroya se fundó el 28 de
agosto de 1930. Además, se programó la realización del Primer Congreso de
Mineros y Metalúrgicos del Centro, a realizarse en La Oroya, los días 9, 10 y
11 de noviembre de 1930, impulsada por grandes dirigentes como fueron Gamaniel
Blanco Murillo y Adrián Sovero, y tuvo
las siguientes secuencias.
a) Sábado 8 de noviembre:
Noche de inauguración del Congreso. Debió realizarse en el local del
Club Peruano, pero a última hora fue negado su uso. Se realizó en la vía
pública, ante la presencia de unos dos mil obreros.
b) Domingo 9 de noviembre:
Primer día de debates.-
c)
Lunes 10 de noviembre:
Segundo día de debates. Todo se llevaba a cabo con normalidad. Al día
siguiente, último día, se elaboraría el
Pliego Único de Reclamos y se elegiría la primera junta directiva de la
flamante Federación de Trabajadores
Mineros y Metalúrgicos del Centro.
d) Martes 11 de noviembre:
La Oroya: Por la madrugada, la policía detiene violentamente a los delegados del
congreso obrero, quienes son trasladados a la estación ferroviaria y conducidos
a Lima.
Casapalca: Al pasar por la estación ferroviaria de Casapalca, los dirigentes
detenidos sueltan en un papel una nota que decía “Delegados del Congreso han
sido apresados y están siendo conducidos a Lima”.
La Oroya: Vía telefónica, los obreros de La Oroya se enteran que los delegados
del Congreso han sido detenidos y son conducidos a Lima. Se informa a las demás
bases del incidente y se realiza un improvisado pero poderoso mitin de protesta
frente al local del Club Peruano, donde se realizaba el congreso, que había
sido tomada por la policía. La masa intenta tomar el local, pero de pronto se
escucha la serena voz de una mujer que dice: “No, no tomemos el local, más bien
informemos a las autoridades que hemos iniciado una huelga hasta que liberen a
nuestros dirigentes”. La masa aprueba la propuesta y se elige una comisión
mixta.
Y mientras esa comisión se encarga de ello, un piquete de obreros se
dirige a las oficinas de la empresa a tomar como rehén al superintendente general
de la CPCC. Acordada la huelga y detenido el alto funcionario de la empresa, se
acuerda que la comisión mixta viaje a Lima a gestionar la libertad de los
delegados ante el gobierno central.
Lima: Los delegados
detenidos llegan a Lima a la una de la tarde y son conducidos a la Prefectura,
y luego, detenidos en la Intendencia. A las cuatro de la tarde llega la
comisión mixta y se entrevista directamente con el Presidente de la República.
En los pasillos la comisión mixta se entera que el embajador de EEUU viene
exigiendo al gobierno la inmediata libertad del superintendente general de la
CPCC.
El gobierno decide hacer un canje: la libertad del superintendente por
la libertad de los delegados.
e) Miércoles 12 de noviembre:
Lima: A las ocho de
la mañana salen en libertad los delegados y se dirigen a la estación
ferroviaria de Desamparados, a tomar el tren expreso que les puso el gobierno
para retornar a La Oroya.
La Oroya: A las ocho de la mañana se libera al superintendente general de la
CPCC.
Malpaso: En la localidad de Malpaso, cercano a La Oroya, donde la CPCC venía
construyendo una central hidroeléctrica, unos dos mil obreros, cumpliendo un
acuerdo tomado el día anterior, de movilizarse a La Oroya en protesta por la
detención de los delegados del congreso, inician su marcha. Cuando los primeros
marchantes ingresan al puente sobre el río Mantaro, por orden de la CPCC, son
abaleados. 27 caen muertos sobre el puente. Otros fallecidos caen al río. Otros
quedan heridos. Esa fue la sangrienta respuesta del CPCC al congreso obrero. La
justicia siempre ha florecido regada con sangre en nuestro Perú.
La Oroya: A media mañana, cargando los cadáveres de los 27 caídos, los obreros de
Malpaso llegan a La Oroya. Consternación general. Temerosos de una violenta
reacción de la clase obrera, los funcionarios norteamericanos de la empresa y
sus familiares, y toda la policía, reciben la orden de retirase inmediatamente,
de La Oroya a Lima, en un tren expreso. A la una de la tarde, llegan los
dirigentes liberados. Se suman al velorio de los fallecidos que se venía
realizando en el local del Club Peruano. Se toma un acuerdo: Trasladar los
cadáveres de los “Mártires de Malpaso” hacia Lima.
f)
Jueves 13 de noviembre:
El gobierno prohíbe el traslado de los fallecidos de Malpaso a Lima.
Ante ello el congreso acuerda el sepelio de los cadáveres en el cementerio de
La Oroya.
g)
Viernes 14 de noviembre:
Ese día era viernes pago. No hubo el pago de la quincena a los obreros.
Malestar, incertidumbre y desesperación entre los obreros y sus familiares. De
otro lado, ese día se reinicia formalmente el congreso. Entre otros se toma un
acuerdo importante: Conformar la Guardia Obrera, para dar seguridad a la
población de La Oroya, a las instalaciones de la empresa, y a las viviendas de
los funcionarios. Se elige la directiva de la Federación.
h) Sábado 15 de noviembre:
Entra en funciones la guardia obrera. Rumores de una violenta represión
de la empresa a los trabajadores. “La matanza de Malpaso solo fue un ensayo.
Llegarán tropas que abalearán a los obreros de La Oroya”. Éxodo de miles de
trabajadores y sus familiares.
i)
Domingo 16 de noviembre:
La Oroya es una ciudad fantasma. Los que proceden de lugares cercanos se
han retirado. Sólo los que proceden de lugares lejanos se han quedado.
j)
Lunes 17 de noviembre:
Retorno de los funcionarios de la empresa con el resguardo de un amplio
contingente policial. Captura y detención de todos los dirigentes de la
Federación y su envío al penal de El Frontón. Sólo retornaron a laborar los
obreros que no habían sido fichados como sindicalistas y aceptaron una drástica
reducción de sus salarios. La organización obrera fue desarticulada y el
movimiento obrero fue aplastado por la fuerza de las armas.
·
LA SEGUNDA FEDERACIÓN DE MINEROS Y METALÚRGICOS,
Bajo orientación aprista, fue organizada en 1959, promoviendo la
convivencia de los trabajadores con la empresa. Pero tras la victoriosa
revolución cubana, en 1959, una de las localidades donde más se encendió el
sentimiento antimperialista peruano fue en La Oroya. Cientos de trabajadores
metalúrgicos de La Oroya, empezaron a visualizar y sentir que la patronal les
robaba su trabajo, sino, también, que la CPCC le robaba al país. El APRA perdió
terreno, y fue desbordado. ¿Cómo no recordar La Oroya, sus poderosas
movilizaciones obreras de la década sesenta, enarbolando con potente voz la
consigna “¡Fuera yanquis del Perú!”? Dentro de ese panorama no puede pasarse
por alto la huelga de La Oroya de 1962. Los obreros lograron tomar las oficinas
de la empresa, siendo, luego, sangrientamente desalojados por el ejército,
quedando despedidos todos los dirigentes sindicales.
La tercera Federación de Mineros y Metalúrgicos, de filiación
izquierdista, fue fundada en 1969. ¿Cómo olvidar la histórica marcha de
sacrificio de los obreros de Cobriza y La Oroya de ese 1969,
exigiéndole al gobierno de Velasco Alvarado la inmediata nacionalización de la
CPCC? En 1971, el gobierno “revolucionario” de Velasco, reforzando su
autoritarismo, llegó a calificar a las huelgas mineras de “opuestas a la
revolución” y “traición a la patria”. De allí que la huelga minera de ese año
tuvo como uno de sus episodios “la masacre de Cobriza”.
LA MASACRE DE COBRIZA
Para 1971 las luchas de los obreros mineros se habían acrecentado y se
exigía la nacionalización de la CPCC sin pago alguno. Y bajo esa bandera de
lucha se llevó adelante la huelga de los obreros de la CPCC de ese año.
La huelga obrera se inició en los diversos
campamentos el 26 de octubre de 1971. En Cobriza, el 4 de noviembre se produjo
un incidente. Cuando personal de seguridad de la empresa pretendía retirar
maquinarias de ese asiento minero, los obreros se opusieron, y terminaron en un
violento enfrentamiento. Intervino la policía en apoyo al personal de seguridad
de la empresa, lanzando disparos de bala que produjo entre los obreros varios
heridos, algunos de gravedad. Finalmente,
los enardecidos obreros lograron imponerse ante los policías que
salieron fugando. Uno de los policías dejó abandonado su metralleta, la que
quedó en poder de los obreros. En represalia por la sangre derramada, los
obreros deciden apresar a tres norteamericanos, funcionarios de la CPCC, que
junto con el arma incautada son conducidos y detenidos en el local sindical.
El 8 de noviembre llega al campamento un destacamento de “sinchis”,
que desde ese día estudian el panorama de la localidad y el movimiento de los
obreros.
Se enteran que para el día 10 de noviembre, a las 5:00 de la tarde, se
ha programado una reunión sindical. Los “sinchis” se preparan para irrumpir en
esa reunión. Se disfrazan como obreros de una empresa de mantenimiento que esos
días venían operando en ese campamento, y con un ómnibus de esa empresa, a las
5:00 parten hacia el local sindical. A las 5:10 los “sinchis”, llegan al local
y se posesionan de la puerta, armados con ametralladoras que llevan escondidas
bajo sus capotes, con la orden de acribillar a todos los asistentes, empezando
por el secretario general del Sindicato de Trabajadores Mineros de Cobriza,
Pablo Inza Basilio. Cuando los vieron llegar,
más de uno pensó que eran obreros de la empresa de mantenimiento que venían a
la asamblea del sindicato minero a solidarizarse con la huelga minera.
Para detectar quien es Pablo Inza, utilizan el plan de llamarlo
telefónicamente al local del sindicato. A las 5:20 suena el teléfono. Un obrero
se acerca a contestar. Le dicen que quieren hablar con Pablo Inza.
-Pablo, te llaman por teléfono –le pasa la voz.
Él se acerca a contestar la llamada. Nadie le responde. Ese momento los
“sinchis” saben que quien está contestando el teléfono es el hombre a quien
deben acribillar primero, ingresan al local y lo acribillan, iniciando una
infernal balacera que según los testigos duró hasta las 8:30 de la noche,
dejando decenas de muertos y heridos, tanto dentro como fuera del local. Esa
fue la respuesta de la CPCC y el gobierno “revolucionario” de Velasco Alvarado
a las auténticas luchas antimperialistas del movimiento obrero peruano.
7.- Centromín Perú
Hasta que a inicios del año 1974 se nacionalizó la Cerro de Pasco Cooper
Corporation, y en su reemplazo se creó la Empresa Minera del Centro del Perú,
CENTROMIN-PERÚ. El enorme complejo minero metalúrgico pasó del capitalismo
privado al capitalismo estatal.
Hay que comprender que la “nacionalización” de la Cerro de Pasco Cooper
Corporation no fue otra cosa sino la compra de esta empresa por el Estado
peruano, recurriendo para ello al crédito extranjero, vía deuda externa. En
palabras más sencillas, el Estado peruano compró esta empresa norteamericana con
dinero prestado por un banco norteamericano, adeudando al Perú ante dicho
banco. Según diversas fuentes la fundición de La Oroya fue valorizada en 250
millones de dólares, una suma nada despreciable en esos días. Una observación
habida desde entonces es que esta “nacionalización” supuestamente
“antimperialista” fue un buen negocio para los yanquis, pues se deshacían, por
un buen precio, de una infraestructura moderna en 1920, pero ya obsoleta para
el año 1974. Quienes aseguran esto, se basan en que la Souther Perú, empresa
minera norteamericana que operaba al sur del país, con tecnología moderna, y
obteniendo ganancias superlativas, no fue tocada “ni con el pétalo de una rosa,
ni con la pluma de una paloma” por la denominada “revolución peruana”. También
se basan en el hecho que la nacionalización de las empresas mineras
norteamericanas en Chile trajo un fuerte conflicto entre los gobiernos de
Estados Unidos y Chile que derivaron en el golpe de Estado de Pinochet a
Allende, mientras que la “nacionalización” de las empresas norteamericanas en
el Perú jamás afectaron las buenas relaciones entre los gobiernos del Perú y
EE.UU.
Si bien es cierto que las expectativas de justicia social de la clase
obrera fueron cubiertas en parte por la nueva empresa, las diferencias sociales
entre la nueva burocracia, ligada a los gobiernos de turno, y los trabajadores,
continuaban siendo enormes. Los obreros pronto descubrieron que seguían siendo
explotados, esta vez por una empresa estatal, y no vacilaron en llevar adelante
poderosas huelgas y movilizaciones contra la empresa Centromín Perú en busca de
sus impostergables reivindicaciones.
Un sector que también se vio seriamente maltratado por Centromín Perú,
fue el magisterio fiscalizado de esta empresa. En otras empresas mineras pequeñas,
los profesores eran considerados profesionales, y se le ubicaba a la altura de
los ingenieros, contadores y médicos de la empresa, y gozaban de todos los
beneficios de los trabajadores de esas empresas. En cambio, los profesores de
Centromín Perú eran considerados “los improductivos de la empresa”, “los que no
producen pero cobran”. En suma, eran poco menos que “la quinta rueda del
coche”. Eran pues marginados de todos los beneficios que recibían los demás
trabajadores y empleados, y de la empresa recibían solo el sueldo fijado por el
Estado más una pequeña bonificación que de hecho se esfumaba con el alto costo
de vida de las zonas mineras. La heroica huelga magisterial de 1985, de medio
centenar de profesores de los campamentos de San Cristóbal y Andaychagua,
inició el fin de esta injusticia y reivindicó a los mil doscientos profesores
de Centromín Perú.
El sector más maltratado de la empresa estatal Centromín Perú eran los
obreros sub contratados. Para dinamizar la explotación de sus numerosas vetas
mineras, Centromín Perú empezó a contratar a empresas particulares, y éstas, a
su vez, contrataban obreros. Estos obreros sub contratados no figuraban ya en
las planillas de Centromín Perú, sino eran obreros de las empresas
contratistas, que por salarios paupérrimos, sin mayores medidas de seguridad y
protección, sin derechos sindicales y carentes de todo beneficio social,
entraban a las minas a elevar la producción minera de una empresa que los
ignoraba, pues ni siquiera tomaba nota de sus nombres y no le interesaba, en
absoluto, las penurias de su existencia. Los obreros subcontratados eran pues
los parias de Centromín Perú, y ni siquiera podían llamarse “obreros de
Centromín Perú”.
Mientras eso deparaba a sus servidores, la corrupción penetraba por todos
los poros en la administración de Centromín Perú. El robo de sus arcas por sus
altos funcionarios era el pecado principal. ¿Y por qué sucedía todo esto en una
empresa estatal? Porque Centromín Perú tenía “control estatal”, pero nunca tuvo
control obrero. En otras palabras, el gobierno o el partido de gobierno
colocaba a sus principales correligionarios en la administración de esta
empresa, y el mismo gobierno o partido de gobierno se encargaba de
“controlarlos”, (el gobierno o el partido de gobierno, así, actuaba como juez y
parte), más estos funcionarios, en ningún momento fueron controlados, ni de
cerca, ni de lejos, por los sindicatos obreros, y mucho menos, por la
población.
A comienzos de la década del noventa, tras la desintegración de la Unión
Soviética y la caída del “Muro de Berlín”, la burguesía internacional pasó a
una ofensiva total. Con el apoyo de gobiernos sumisos a sus mandatos,
implementó el neoliberalismo, y entre otras medidas, el abandono del
capitalismo estatal y el retorno al capitalismo privado, promoviendo que la
economía no sea ya regida en función a las obligaciones sociales básicas del
Estado, sino según las leyes del mercado y de la mayor ganancia. El argumento
para esta canallada fue la afirmación genérica que “El Estado no es un buen
administrador”. Hay que precisar. Efectivamente, un Estado oligárquico y pro
imperialista no es y nunca será un buen administrador de los bienes del país.
Pero tenemos la total confianza que un Estado democrático, popular y patriótico
sí será un buen administrador de las arcas de la nación.
8.- La Doe Run
En medio de estas nuevas condiciones internacionales, al no conseguir un
comprador de todas las instalaciones en conjunto de Centromín Perú, se inició
su privatización por partes. En 1994 se inicia la venta de las minas, y en 1997
se produce la venta de la fundición de La Oroya. La empresa norteamericana Doe Run
adquirió, primero, la mina Cobriza, y luego, la fundición de La Oroya.
Este descuartizamiento de la anterior Centromín Perú fue calificado en
su momento, por algunos economistas burgueses, como un error estratégico, pues
rompía la unidad productiva de este enorme complejo. La empresa Doe Run para
fundir el cobre de la mina Cobriza requería sólo el empleo de del 25% de la
capacidad operativa de la fundición de La Oroya. El resto de su capacidad
operativa quedaba reservada para prestar servicio de fundición a otras empresas
mineras, y era susceptible, en condiciones adversas, como en la actual crisis
económica capitalista mundial, a quedar ociosas. Es también fácil comprender
que las relaciones económicas entre la Doe Run (propietaria de la fundición de
La Oroya) y las demás empresas mineras quedaban sujetas a pagos al contado y al
crédito, y estos pagos al crédito, al haber alteraciones de la economía, como
las hay actualmente, afectarían todo el circuito económico.
Pero hay otra observación. Este descuartizamiento no fue casual sino
premeditado, y fue realizado con el objetivo de dispersar la enorme fuerza
laboral de Centromín Perú, que tenía una sólida organización, larga trayectoria
y enorme experiencia en las luchas sindicales, es decir, fue ejecutada bajo el
viejo principio de los patrones: “Divide y reinarás”.
De otro lado, en 1997, la Doe Run se comprometió cumplir con el PAMA
(Programa de Adecuación y Manejo Ambiental) en un plazo de 10 años que se
venció el 2006. Pese a que el país y el mundo atravesaron una etapa de bonanza
de la minería, la Doe Run incumplió su compromiso, recibiendo del gobierno un
nuevo plazo, hasta el año 2009. No se puede olvidar que la contaminación
ambiental es un crimen, es una masacre, es un genocidio. El aire y el agua
contaminados envenenan, intoxican. Los intoxicados antes de morir padecen una
lenta y dolorosa agonía. La contaminación ambiental de La Oroya era
superlativa. Hay que recordar que estudios médicos y sociológicos
internacionales consideraban a La Oroya la quinta ciudad más contaminada del
mundo, con graves consecuencias en la salud de sus pobladores y de toda la
región central del país, situación que necesariamente debía ser superada si se
quiere que la fundición de La Oroya siga operando.
LA
BONANZA INTERNACIONAL DE LA MINERÍA.
La existencia de abundantes recursos naturales, una amplia
infraestructura energética, innumerable personal calificado, y sobre todo una
infinidad de mano de obra barata (en comparación a EEUU, Europa y Japón),
sumada a su política de “puertas abiertas a la modernización”, hizo de la China
el centro de la industrialización mundial de los últimos tiempos. Las transnacionales
del mundo se trazaron como objetivo instalar sus nuevas fábricas en este
gigante país asiático. La titánica industrialización de China trajo como una de
sus consecuencias la bonanza internacional de la minería de inicios de este
siglo.
Veamos el siguiente cuadro.
PRECIO INTERNACIONAL EN DOLARES
|
ORO
|
PLATA
|
COBRE
|
ZINC
|
PLOMO
|
ESTAÑO
|
|
Onza troy
|
Onza troy
|
Libra
|
Libra
|
Libra
|
Libra
|
2001
|
279
|
5
|
71
|
43
|
21
|
184
|
2003
|
310
|
5
|
71
|
35
|
21
|
184
|
2005
|
445
|
7
|
81
|
38
|
44
|
370
|
2007
|
697
|
13
|
323
|
149
|
117
|
659
|
2009
|
974
|
15
|
234
|
75
|
78
|
616
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Fuente: BCRP
9.- La crisis económica mundial del capitalismo
Como es conocido, el sistema capitalista mundial viene atravesando,
desde el 2008, una profunda recesión económica. La recesión significa
sobreproducción. Como hay exceso de producción (en EEUU, Europa y Japón,
principalmente) hay producción que no se vende. Como hay producción que no se
vende las empresas capitalistas dejan de producir. Para ello tiene que cerrar
fábricas, dejando a sus obreros en la desocupación. A la vez, las grandes
empresas capitalistas del mundo dejan de comprar a sus proveedores de materias
primas.
La minería peruana está sujeta a las industrias transnacionales, y desde
luego esta crisis la afecta directamente. Pese a esta indiscutible realidad,
Alan García, entonces presidente, señalaba que “El Perú está blindado contra la
crisis internacional. Nuestra economía sigue creciendo”. Pero la realidad es
más terca que los deseos, y siempre se impone.
Hasta que la Doe Run, afectada por la crisis, el 2009, anunció que
suspendería sus operaciones, ofreciendo vacaciones forzadas de tres meses a sus
tres mil quinientos trabajadores, y alegando la actual crisis económica mundial
insistió una vez más en que no podía cumplir con el PAMA. Hay que recordar que
antes de la actual crisis hubo una época de bonanza para la minería peruana, en
la cual, con un poco de voluntad bien se pudo cumplir con el referido programa.
Contrario a ello, la Doe Run imponía a sus trabajadores de la fundición una
drástica e inhumana disyuntiva: ¿O PAMA, o estabilidad laboral? Y como era de
esperar, los trabajadores preferían la estabilidad laboral… ¡y hasta se
organizaban y movilizaban para oponerse al PAMA! En suma, La Oroya, ayer
“Capital Metalúrgica de Sudamérica” quedó paralizada… y no sólo por tres meses.
10.- La Oroya, una ciudad que agoniza.
La ciudad de La Oroya, conocida también como “la ciudad de los humos”,
es hoy por hoy una ciudad que agoniza. Su fundición, el principal motor de su
economía, sello de su identidad y centro de su historia, no funciona. La Oroya
no es ni la sombra de lo que fue ayer.
Si ayer hubo en la región Junín una ciudad con ciudadanos venidos de
todos los lugares del país, y con una altísima densidad poblacional,
esa fue La Oroya.
Sólo en el recuerdo quedan los trenes de pasajeros que viajando de
Huancayo a Lima, o viceversa cruzaban La Oroya. Sólo en el recuerdo quedan los
trenes de pasajeros llegando de Cerro de Pasco o saliendo a ella, La estación
ferroviaria de La Oroya era un lugar de intenso movimiento. En el patio de la
estación ferroviaria también estaba el paradero de los ómnibus a Huancayo y
Jauja. Cerca de allí, en la avenida principal, a pocos pasos de la desviación,
estaba el paradero de ómnibus a Tarma. Hoy todo ello es un paraje desolado.
Ayer, a lo largo de La Oroya, transitaban decenas de ómnibus rojos,
carros colectivos de pasajeros del Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos. Hoy
no existen.
Los mercados de La Oroya antigua como de La Oroya nueva, antes con muchos comerciantes y repletos de clientes,
también lucen desolados.
Y cientos de tiendas comerciales lucen con sus puertas cerradas. A lo largo de
toda la calle principal, solo una señora, en un triciclo, ofrece golosinas, a
clientes que un día se fueron y no se sabe si otro día volverán.
El Cine Club Peruano, antes, el principal centro de esparcimiento de la
ciudad, está cerrado. El Club Peruano, donde funcionaba un bar–restaurante de
atención al personal de la empresa a la sola presentación de su carnet de
trabajo, (y su posterior descuento por caja), muy concurrido, ya no funciona.
El Centro Médico de Centromín Perú, antes también muy concurrido, tanto en su
turno mañana como en su turno tarde, hoy no existe. El comedor popular, en La
Oroya antigua, que atendía servicios de almuerzo y cena, tampoco funciona. En
el centro de la ciudad, el mayor número de personas que hoy se nota, es la
veintena de empleados de la Municipalidad Provincial, sea cuando llegan a
laborar o cuando salen de su trabajo.
La mayoría de centros educativos de La Oroya, eran los centros
educativos fiscalizados que la empresa tenía para la educación de los hijos de
sus trabajadores. Hoy los centros educativos fiscalizados de la empresa, todos
ubicados en La Oroya nueva, ya no existen.
En lo que fue la zona residencial de La Oroya,
saliendo hacia Cerro de Pasco, cientos y cientos de casas de hermosa
construcción lucen abandonadas. El célebre Hospital de Chúlec,
tampoco existe.
Lo que todavía queda en La Oroya, fuera de La Oroya antigua y La Oroya
nueva, es decir, fuera del centro histórico de la ciudad, por la salida hacia
Lima, son grifos, mecánicas, llanterías, y restaurantes, vinculadas al
transporte de carros y pasajeros en su raudo paso por la ciudad (rumbo a Lima,
Cerro de Pasco, Tarma, o Jauja), y los mercados, panaderías, tiendas,
farmacias, etc. que requieren las personas que se dedican a estos servicios.
De la enorme actividad metalúrgica habida, lo único que queda son los
trenes cargados de minerales que llegan de Cerro de Pasco, e inmediatamente,
sin ningún procesamiento, pasan hacia el Callao. Y los trenes que llegan del
Callao, con insumos mineros, que inmediatamente pasan a Cerro de Pasco. El
único personal de la empresa, es el personal de vigilancia y seguridad de sus
instalaciones. .
Y viene a mi memoria, que por la década sesenta del siglo pasado se
publicó una revista titulada “Documental Departamento de Junín”. En esa revista
se señalaba: a) La provincia del departamento de Junín que más divisas aporta
al país era la provincia de Yauli, cuya capital es La Oroya; b) La ciudad más
importante del departamento de Junín en el extranjero era La Oroya; y c) Los
mejores restaurantes del departamento de Junín estaban ubicados en La Oroya.
11.- Una canallada de la Renco Group Inc, matriz de la Doe Run.
El 7
de abril de 2011, Renco Group Inc. (matriz a la que pertenece la Doe Run),
inició un proceso de arbitraje contra el Estado peruano, ante el CIADI (Centro
Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones), institución
perteneciente al Banco Mundial, exigiendo una indemnización de 800 millones de
dólares, por el cierre de operaciones del Complejo Metalúrgico de La Oroya,
buscando aprovechar las ventajas que brinda el capítulo de inversiones del TLC
firmado entre el Perú y EEUU.
O sea
a la Renco Group Inc no le ha bastado haber incumplido el PAMA y haberse
embolsillado muy alegremente las sobre ganancias de la bonanza minera de
inicios de siglo, sino llega a la desfachatez de querer que todos los peruanos
le paguemos “una multa” de 800 millones de dólares “por no dejarles trabajar
incumpliendo el PAMA” (¡¡¡!!!).
Según
Renco, en cuanto al PAMA, recibieron “un trato injusto de parte del gobierno
peruano”, pues se les exigió responsabilidades adicionales, lo que les obligó a
solicitar prórrogas, y debido a que no se les extendió más plazos no pudieron
culminar el proyecto faltante: la construcción de la planta de ácido sulfúrico.
¿Y qué es de los diez años de plazo inicial más los tres años de plazo
adicional que tuvieron?
También
reclamaron que el Estado peruano trató con más dureza a la Doe Run en
comparación con la empresa nacional Activos Mineros, “lo que constituye una
discriminación”. ¿Hay alguna otra localidad del centro del Perú, fuera de La
Oroya, donde era más urgente el PAMA?
Otro alegato
fue que el gobierno peruano pretende ser reconocido como el mayor acreedor de
la Doe Run, “lo que constituye un intento de expropiación que vulnera lo
acordado en el TLC”. ¿Acaso no es verdad que con el incumplimiento del PAMA el
gobierno peruano es el mayor acreedor de la Doe Run?
Finalmente
reclamaron que las denuncias presentadas por ciudadanos de La Oroya por daños a
la salud y al ambiente “sean de responsabilidad del gobierno peruano”. ¿Y acaso
no es verdad que los últimos niños contaminados con plomo en la sangre, en La
Oroya, es responsabilidad de la Doe Run?
12.- En busca de un comprador.
Tras el cierre de la fundición, y en busca de
reactivarla lo más pronto posible, la primera medida que se tomó es que sus
instalaciones pasaron a ser administradas por sus acreedores. Pero esto no
solucionó nada, pues la solución no era sólo cambiar de administración, sino
que la fundición no podía funcionar si es que previamente no se cumplía con el
PAMA, y cumplir con este programa requiere una cuantiosa inversión que fue
incumplida por la Doe Run.
Luego se procedió a designar empresas liquidadoras:
a) Right Business, de mayo de 2012 a setiembre de 2014; b) Profit, de setiembre
2014 a agosto de 2015; y c) Dirige, desde octubre de 2015 hasta hoy. La función
de estas empresas liquidadoras es conseguir una empresa que quiera comprar y
operar la fundición de La Oroya.
Hasta el momento ninguna otra empresa ha decidido comprar la fundición. De no
conseguirse un postor hasta el 27 de agosto de este año, se pasaría a su
liquidación, o sea a la venta de sus bienes, por partes, y al pago de sus
deudas, hasta donde se pueda pagar, lo que significaría la desaparición física
de la histórica fundición y la desocupación definitiva de sus 2192
trabajadores, de los cuales 1270 trabajadores se encuentran en desocupación
temporal y 922 trabajadores laboran actualmente, percibiendo el 70% de su
salario.
Hay que señalar que se ha detectado que las empresas que se han
apersonado a indagar por la fundición de La Oroya pretenden dos cosas: a)
Rebajar el estándar de calidad del aire exigido por el PAMA para La Oroya, y b)
Flexibilidad laboral. Sobre el primer punto, no sería posible, pues la Doe Run,
y con razón, podría demandarle al Estado peruano de haberle exigido el alto
estándar de calidad del aire y no exigirle lo mismo a la empresa que le
reemplaza. Sobre el segundo punto, hay que señalar que la estabilidad laboral
de los trabajadores de la Doe Run es un tema de justicia social innegociable.
Sobre el particular, mucho ayuda recordar que el PAMA que no fue cumplido por
la Doe Run.
13.- El llamado de Kuczynski.
El día
06 de julio de 2016, el entonces electo presidente del Perú, Pedro Pablo
Kuczynski, visitó La Oroya e hizo en clamoroso llamado para “marchar al
Congreso y pedir que no se deje morir a La Oroya”.
El
llamado, que generó más críticas que halagos por su carácter confrontacional,
trasluce dos cosas: La preocupación del nuevo gobierno por La Oroya, y su deseo
que la fundición no desaparezca. Y para ello, lo primero que se requiere es
ampliar el plazo para el inicio de su liquidación que por el momento está
fijado para el 27 de agosto de este año.
Por el
bien de La Oroya, de los trabajadores de esa fundición, y de la industria
nacional, considero que esa ampliación debe darse, y que la reactivación de la
fundición de La Oroya se ajuste a los principios de la justicia social, antes
que a los intereses mezquinos de la Doe Run.
14.- Un fallo arbitral a medias.
Hace
pocos días, el 16 de julio de 2016, luego de cinco años y tres meses, el
Tribunal Arbitral Internacional constituido para el caso “La Oroya”, desestimó
el proceso de arbitraje iniciado el 7 de abril de 2011 por la Renco Group Inc.,
matriz de la Doe Run, que pretendía ampararse en el TLC firmado entre el Perú y
EEUU, y cobrarle al Estado peruano una indemnización de 800 millones de
dólares, por el cierre de la fundición de La Oroya.
El
referido tribunal arbitral señaló dos cosas: Que la Doe Run, filial de Renco
Group Inc., incumplió los acuerdos del TLC, y que las reclamaciones de Renco
deben ser desestimadas “por falta de jurisdicción”.
En
lenguaje entendible, y hasta donde entiendo, el mencionado tribunal le dijo a
Renco: En el caso La Oroya se observa que el Estado peruano no incumplió el
TLC, sino que la Doe Run incumplió con el TLC. También le dijo: Si el Estado
peruano incumplía con el TLC, le multábamos con 800 millones de dólares, pero
como tú eres el que incumpliste, no te aplico ninguna multa “por falta de
jurisdicción”, o sea porque multarte a ti está “fuera de mis funciones”. Interesante caso que nos muestra uno de los
aspectos más injustos del TLC Perú EEUU, que sirve para multar al Estado
peruano si incumplen sus compromisos con las transnacionales norteamericanas,
pero que no multan a las transnacionales norteamericanas que incumplen con el
Estado peruano. Ese es el TLC que firmó “Ecoteva” Toledo, y pese a ofrecerlo,
no fue revisado ni por “Indulto” García ni por el “vicepresidente” Humala.
15.-
Una ampliación esperada.
Y el Congreso de la República, en su sesión plena del 25 de agosto de
2016 aprobó un texto que modifica la Ley General de
Sistema Concursal.
“La Junta de Acreedores puede acordar una prórroga
extraordinaria por el plazo de un año adicional a la prevista en el párrafo 74.2 del artículo 74 de
la Ley 27809 Ley General del Sistema Concursal a los procesos concursales que a
la fecha de entrada en vigencia de la presente ley se encuentren en etapa de
disolución y liquidación en marcha, incluso si el plazo de la prórroga
ordinaria hubiese vencido.”
“Por única vez el Poder
Ejecutivo, a pedido de la Junta de Acreedores, y previo al informe del INDECOPI
puede ampliar dicha prórroga extraordinaria por el plazo de un año adicional
mediante decreto supremo autoritativo debidamente fundamentado que señale expresamente la
obligación de respetar la legislación nacional vigente con especial énfasis en
las normas ambientales y laborales según corresponda “.
En suma, se amplió por un año más el plazo para la
liquidación de la Doe Run.
16.- No basta la
ampliación conseguida.
Cualquiera que esté
sinceramente interesado en solucionar el “caso La Oroya” sabe que no basta
haber conseguido la ampliación señalada. A nuestro entender, hay dos opciones:
a) Esperar con los brazos cruzados que una empresa “X”
adquiera el complejo metalúrgico de La Oroya, cumpla con el PAMA, y luego
empiece a operarla, opción que no ha funcionado hasta la fecha;
b) Que el Estado peruano, mediante un crédito, contrate
a una empresa que cumpla con todas las
exigencias del PAMA, y luego se ponga a la venta el referido complejo
metalúrgico. La empresa compradora sólo pagaría el precio de la fundición. Del
precio a pagarse a la Doe Run por la fundición, una parte sería para la
devolución del crédito obtenido para el PAMA (pues la Doe Run se comprometió ejecutarlo e
incumplió). Como se supone, esto requiere una decidida y enérgica intervención
del Estado peruano. Y no hay otro camino.
Y en caso se opte por la segunda opción, el gobierno debe
nombrar de inmediato una COMISION ESPECIAL PRO PAMA LA OROYA integrada por un
representante del Ministerio del Ambiente (que lo presida), un representante
del Ministerio de Economía y Finanzas, un representante del Ministerio de
Energía y Minas, los cinco congresistas de la Región Junín, un representante
del Gobierno Regional Junín, un representante de la Municipalidad Provincial de
Yauli - La Oroya, y un delegado obrero por cada quinientos obreros (o facción
superior a 250). Por la dimensión de su significado social, a esta comisión,
pueden adicionarse, como observadores, representantes de otras organizaciones
nacionales, regionales o locales, como la iglesia católica y otras que ya han
manifestado, con hechos, su preocupación por solucionar este grave problema
ambiental y social de La Oroya.
La
Oroya es hoy una ciudad que agoniza y hay necesidad de salvarla. No solo está
en juego la estabilidad laboral de los trabajadores de la Doe Run, sino la
misma vitalidad de toda la ciudad de La Oroya, ayer, “la capital metalúrgica de
Sudamérica”, cuya energía no sólo impulsaba la economía de la región central
del país, sino que aportó y volvería aportar ingentes recursos al erario
nacional, para más carreteras, más escuelas, o más hospitales, a lo largo y
ancho del país. Está también en juego el destino de la industria nacional. O La
Oroya metalúrgica muere y queda en el recuerdo, y a pasos agigantados retrocederemos
a nuestra etapa pre industrial, o sobre la base de La Oroya y su histórica
fundición podemos seguir industrializando más y más al país. ¡Manos a la obra!