CAUSA OBRERA

 

PRESENTACIÓN

Ediciones Populares “Causa Obrera”, se complace en publicar la 18ava edición de “Los Sindicatos Clasistas y sus Principios”, obra escrita por el Doctor Saturnino Paredes Macedo.
“Los Sindicatos Clasistas y sus Principios”, es un trabajo que ha tenido una amplia difusión y simpatía entre la clase obrera y el campesinado, a tal punto que una serie de entidades la han reproducido a mimeógrafo muchas veces, e incluso, sin poner el nombre de su autor. Se trata de una obra que sistematiza los principios por los que se rigen los sindicatos de clase, en su lucha contra los explotadores, imbuidos de la doctrina del proletariado que es el marxismo-leninismo, porque sólo esta doctrina organiza y convierte en todopoderosa a la clase obrera, dirigente de la Revolución que pondrá término, a través de la violencia revolucionaria, todo sistema basado en la explotación del hombre por el hombre; pero con la condición de que el proletariado se organice en partido político. Por ello decía Marx que “la clase obrera es revolucionaria o no es nada”.
El autor, resume aquí su experiencia y conocimientos, producto de una larga participación, no sólo en el asesoramiento de sindicatos, comunidades campesinas, organizaciones laborales y otras entidades populares, sino que es producto también de su participación directa en la lucha de clases, en la lucha parlamentaria, hecho que en repetidas ocasiones le ha traído persecuciones y prisiones en defensa de los intereses de las masas explotadas.
El Doctor Saturnino Paredes Macedo en vida fue asesor y Secretario de Defensa de la gloriosa Confederación Campesina del Perú, asesoró a un sin número de sindicatos obreros y campesinos a nivel nacional, también fué el fundador y Presidente del Frente Democrático Popular del Perú (FEDEP), organización política revolucionaria que busca lograr la liberación social de nuestra patria e instaurar una Republica Democrática, Nacional  y Popular. O sea de que no se trata de un autor ajeno a la lucha de clases o de una personalidad ajena a la lucha política revolucionaria, sino de un compañero que a través de muchos años demostró firmeza en la ideología revolucionaria marxista-leninista y en la propia lucha revolucionaria.
Esperamos que esta publicación realizada por la Comisión Sindical del FRENTE DEMOCRÁTICO POPULAR DEL PERÚ y la Comisión de Prensa de "La Oposición Sindical Clasista" agrupación de obreros y trabajadores en el Perú, que levantan en alto los principios del sindicalismo clasista; entendiendo que los sindicatos son instrumentos de lucha de clases que organizan los propios trabajadores para la defensa de sus intereses o reivindicaciones vitales o fundamentales y cotidianas o del momento; levantan muy en alto el principio de irreconciliable lucha de clases contra los explotadores, en defensa de los intereses de los trabajadores; levantan en alto el principio del Frente Único de Clase o Unidad Sindical Combativa entendiéndose que el sindicato debe reunir en su seno, de ser posible, a la totalidad de los trabajadores. Es por ello que todos los trabajadores tienen derecho a organizarse dentro del Sindicato, con la sola condición de que acepten sus Estatutos y las finalidades del organismo laboral, el frente único significa también que hay que luchar, contra todo escisionismo dentro de los Sindicatos, como también contra el Hegemonismo vulgar,  el principio de Unidad sindical vela por la existencia de un sólo centro de dirección sindical dentro de un centro de trabajo o fábrica y mucho mejor aún, dentro de una rama industrial y a nivel nacional debemos luchar por la Central Única de los trabajadores y en la actual situación tenemos que luchar por la centralización de los trabajadores en torno a la CGTP organización mayoritaria de las clase obrera, que si bien es cierto su dirección muchas veces ha caido en el reformismo, pero debemos levantar en estas organizaciones el principio de Democracia Sindical y disciplina consciente y llevar adelante la lucha de ideas, de propuestas y de críticas constructivas  dentro de estas organizaciónes y no hacerlo desde fuera para tratar de destruirlas.
Causa Obrera, vocero de la Oposición Sindical Clasista, en sus Ediciones Populares publica este documento de singular importancia, ahora lo hacemos a tráves de la informática y próximamente lo realizaremos en forma impresa.
 
Los Editores.

 
DEFINICIÓN E IMPORTANCIA

Con mucha frecuencia se escucha hablar de sindicalismo clasista y de “sindicalismo revolucionario”, como si fueran conceptos idénticos, generalmente sin comprender su verdadero significado o con el propósito de confundir a la clase obrera, al campesinado, al pueblo trabajador. Hasta los revisionistas criollos que se autotitulan de “comunistas”, que han traicionado al marxismo-leninismo y que practican la colaboración de clases, hablan a voz en cuello de “sindicalismo clasista” y a veces de “sindicalismo revolucionario”. Utilizan ambos términos para confundir a los trabajadores y para castrar el verdadero contenido de los sindicatos clasistas, haciendo que los obreros y campesinos adopten el “sindicalismo” como una tendencia que los aleja de su participación en la política proletaria y de la militancia partidaria, puesto que está muy difundida la idea errónea de que “no hay que meterse en política” y de que son suficientes los “sindicatos clasistas” para defender los intereses de los trabajadores. Y así, no pocos trabajadores se dejan engañar por esta idea extraña.
La disciplina científica que define, analiza los principios de la lucha de clases y señala la estrategia y la táctica para la liberación de los trabajadores respecto de la explotación del hombre por el hombre, es el marxismo leninismo.  Como decía Stalin: El marxismo es la ciencia de los intereses de la clase obrera”.  Es la ideología y la ciencia suprema de la clase obrera y no puede ser sustituida por ninguna otra.
Si bien es cierto que ni Marx, ni Engels, ni Lenin, ni Stalin, ni Mariátegui, nos han dejado tratados específicos sobre los sindicatos clasistas, también es verdad que ellos han sentado los principios que los rigen en el curso de la indesmayable lucha que han librado contra los explotadores y sus aparatos de represión, así como contra la ideología del enemigo de clase.
Nos toca a los marxistas-leninistas, estudiar, asimilar y aplicar los principios de los sindicatos clasistas, que se hallan, ya sea en forma explícita o tácita, en los diferentes trabajos ideológicos y políticos de los clásicos del marxismo-leninismo, así como del gran maestro del proletariado Jorge Dimitrov.  Hoy más que nunca nos corresponde la gran tarea de volver al camino de Marx y Engels, de Lenin y Stalin y de asimilar el legado revolucionario de José Carlos Mariátegui, en todas los aspectos, incluyendo en el aspecto de la difusión y aplicación de los principios de los sindicatos de clase, lejos de la palabrería pseudo-revolucionaria de quienes hablan de “sindicalismo revolucionario”, tipificado por Lenin como “revisionismo de izquierda”, por cuanto esta tendencia pretende sustituir con los sindicatos al Partido de la clase obrera, el Partido Comunista, con la errónea tesis de que puede alcanzarse la transformación social, la liberación de los trabajadores, sin hacer uso de la política y prescindiendo del partido político de la clase obrera, utilizando simplemente el recurso de la gran huelga general.
La ofensiva reaccionaria, encabezada por el imperialismo yanqui, dirige sus fuegos también contra el movimiento obrero, contra la organización clasista de los trabajadores, difundiendo a diestra y siniestra el llamado “sindicalismo libre”, que no es sino la prédica de la conciliación de clases y la esclavización mental de los trabajadores, para perpetuar su dominación sobre ellos, sujetos a la terrible explotación y opresión del imperialismo yanqui y sus lacayos.  En esta tentativa, tanto el Estado como los patronos y agentes del imperialismo norteamericano, se esfuerzan por difundir el “sindicalismo libre”, de esencia anticomunista y antiobrera, a través de escuelas sindicales, cursillos, conferencias, seminarios y profusa difusión radial y periodística de sus concepciones que no son sino las concepciones de la burguesía para inculcarlas a los trabajadores.  De igual modo, las diversas corrientes revisionistas, pseudo-revolucionarias y antimarxista-leninistas, incluso trotskistas, enmascarándose tras de una fraseología engañosa, difunden también concepciones extrañas al movimiento obrero.  Es por esta razón que la clase obrera, los campesinos y los trabajadores en general, deben tener bien claras las ideas directrices sobre los sindicatos clasistas y sus principios.  En esta obra, sólo nos ocuparemos de precisar el concepto de lo que se entiende por sindicatos clasistas y de señalar sus principios, reservándonos para otros trabajos el estudio de sus aspectos históricos, organizativos y tácticos.


¿QUÉ SON LOS SINDICATOS CLASISTAS?

Los sindicatos son instrumentos de lucha de clases que organizan los propios trabajadores para la defensa de sus intereses o reivindicaciones vitales o fundamentales y cotidianos o del momento.
Dimitrov, en su obra “Fascismo y Frente Único”, decía: “Abogamos por sindicatos de clase únicos, como los baluartes más importantes de la clase obrera contra la ofensiva del capital y del fascismo”. Como puede verse, utiliza las palabras “sindicatos de clase” que equivalen a las palabras “sindicatos clasistas” que utilizamos en esta obra.  Aquí se encierra el concepto de que los sindicatos de clase o sindicatos clasistas, se inspiran en la ideología proletaria que es el marxismo-leninismo, puesto que luchan contra el capital y su aparato represivo.
En ningún momento puede entenderse por sindicalismo clasista la tendencia consistente en prescindir de la organización política partidaria del proletariado, pues, si fuera así, se confundiría con el llamado “sindicalismo revolucionario” y con el anarco-sindicalismo.  En realidad muchos que pregonan ser partidarios del sindicalismo clasista, predican al mismo tiempo el apoliticismo partidario y alejan a la clase obrera de su partido, con el cuento de que basta con el “sindicalismo clasista” para resolver sus problemas.  Tampoco puede llamarse sindicalismo clasista a la verborrea sindicaloide empleada por los revisionistas criollos, que responden a la inspiración del socialimperialismo soviético y que conducen al movimiento obrero a la conciliación de clases y a la bancarrota.  Sólo puede hablarse de sindicalismo clasista cuando se orienta a los trabajadores mediante la política proletaria por el camino de su emancipación total.
La definición que hemos hecho de los sindicatos clasistas se basa en el principio de la  lucha de clases, como en la defensa de los intereses totales de la clase obrera, es decir, de sus intereses vitales, llamados también intereses mediatos y que persiguen la emancipación de la clase obrera respecto de la explotación del hombre por el hombre y del paso de los medios de producción y del poder estatal, de manos de los explotadores a manos de los trabajadores; y de la defensa de sus intereses inmediatos o cotidianos, de aquellos que se presentan a diario, a cada momento.  Circunscribir al Sindicato, la sola lucha por las reivindicaciones inmediatas es recortarle sus funciones y soslayar la lucha de clases fundamental que está dirigida contra los patronos y su Estado, contra el sistema de explotación del hombre por el hombre.
Todas las definiciones de los “sindicalistas” burgueses coinciden en atribuir al Sindicato solamente las tareas de defensa de los intereses o reivindicaciones inmediatas de los trabajadores, omitiendo, o más bien, ocultando el fin último de los sindicatos.  Los revisionistas contemporáneos y sus representantes en nuestro país, o sea los revisionistas criollos, también se acogen a estas definiciones.
Por ejemplo, Jorge del Prado, en su “Manual de Sindicalismo, Organización y Lucha Sindical”, escribe:
“Resumiendo lo anterior cabe repetir que los sindicatos por su origen y funciones, son fundamentalmente, “instrumentos de lucha organizada de los trabajadores por sus reivindicaciones inmediatas”. Agrega: “Eso no quiere decir que la lucha sindical deba desarrollarse sólo en el plano económico.  Hemos explicado también que en el curso de esta lucha los patronos se enfrentan a la clase obrera con una intensa campaña ideológica y con toda clase de instrumentos políticos”.  (Ob. Cit., tercera edición Pág. 45).
En la definición anotada, el revisionismo criollo, que se pone la máscara de “comunista”, circunscribe la lucha sindical a la sola obtención de reivindicaciones inmediatas o del momento y hace comprender que también puede realizarse una lucha política, pero circunscribiéndola siempre a la conquista de dichas reivindicaciones inmediatas.  ¿Y qué hay de los intereses vitales de la clase obrera? ¿Qué hay de las luchas contra el sistema de explotación del hombre por el hombre?   Naturalmente que esta lucha por la destrucción del sistema de explotación del hombre por el hombre no les interesa a los revisionistas.  Tan no les interesa que tienen una larga historia de traición a los intereses de la clase obrera.  Veamos una muestra.
En l942, la Dirección Nacional del Partido Comunista Peruano, en ese entonces, en manos del oportunismo revisionista de los Del Prado y Cía.,  publicó un folleto titulado “Por la organización sindical y la unidad de los trabajadores”, redactado por Arbulú Miranda, miembro de la Comisión Política.  En el acápite titulado: “¿Lucha de clases o conciliación de clases?”, decía: “Si el proletariado es una clase y la burguesía y los hacendados son otra clase bien distinta;  si ambas clases tienen intereses diferentes ¿se puede plantear y llevar a cabo, en estos momentos, la lucha de clases? No. Esto sería precisamente caer en el izquierdismo, en el sectarismo. No se puede, de ninguna manera, sostener aquel principio de clase contra clase, que fue característica de otras etapas de nuestro movimiento sindical, incipiente y débil. ¿Entonces procede la conciliación de clases, con el abandono de la línea independiente? Tampoco. Esto sería caer en el seguidismo, en el incondicionalismo”. Luego agregaba: “¿De qué se trata, en fin? Se trata sencillamente, de actuar de acuerdo a la situación concreta que atraviesa América y el mundo.  Se trata de que las tácticas y métodos de la lucha a aplicarse en la actualidad deben estar a tono con las exigencias de la realidad que se vive, con las condiciones legales en vigencia, sin sometimientos ni claudicaciones.  Se trata, en suma, de buscar entendimientos y mutua comprensión, de llegar a acuerdos entre todas las fuerzas de la nación y, particularmente, entre los obreros y los capitalistas, para hacer la unidad nacional contra el fascismo y defender la patria”. (Ediciones Unidad, 1942).
He aquí, pues, la política sindical del revisionismo criollo.  So pretexto de la lucha contra el fascismo, el conciliacionismo de clase era sostenido abiertamente y los activistas sindicales del Partido fueron obligados, “disciplinadamente” a acatar estas directivas traidoras, haciéndose muchos de ellos, merecedores de la desconfianza de los obreros que los fueron desplazando de las directivas sindicales, hecho que fue aprovechado por el aprismo que en ese entonces, aparentaba una política “revolucionaria”, aparecía como un partido perseguido por la dictadura y ofrecía llevar a los trabajadores al poder.
Podrá decirse que para la lucha por los intereses vitales de la clase obrera y para la lucha por la destrucción del sistema de explotación del hombre por el hombre,  está el Partido Comunista y que no hay que confundir una cosa con otra.   Es bien sabido que no se debe confundir el Sindicato con el Partido y que es completamente erróneo pensar, como los “sindicalistas revolucionarios”,  como los anarcosindicalistas, que solamente con el Sindicato basta para destruir el poder de los explotadores y que no hay necesidad del partido político de la clase obrera.  Pero los sindicatos, de acuerdo con los principios establecidos por Carlos Marx, no pueden circunscribir su actividad a la lucha por reivindicaciones inmediatas, sino también que tienen que luchar por la “supresión del sistema de trabajo asalariado mismo”, es decir, por eliminar la explotación capitalista.  En su obra “Trabajo asalariado y capital”,  escribió:
“Aparte de sus fines primitivos, los sindicatos deben aprender a actuar ahora de modo consciente como ejes de la organización de la clase obrera, por el interés superior de su emancipación total”.  Decía, además, que los sindicatos deben ser en manos de la clase obrera, “la palanca de la lucha contra el poder político de los explotadores”.
En su obra “Marx y los sindicatos”, A. Losovsky, dice: “Según Marx “los sindicatos deben servir de palanca potente de la clase obrera, para la lucha contra el sistema de explotación”. (Ob. Cit, Edit. Claridad, Pág. 18). El mismo autor agrega: “Marx declara que los sindicatos tienen mayor importancia como factores de organización para la supresión del trabajo asalariado mismo.  Eso prueba que Marx atribuyó una gran importancia política a los sindicatos, que no veía en ellos de ningún modo organizaciones apolíticas y neutrales.  Cada vez que los sindicatos se encerraban en los estrechos marcos corporativos, Marx intervenía fustigándolos apasionadamente”.
En el Informe Político de la XIX Sesión Plenaria del Partido Comunista Peruano, marxista-leninista, escribíamos:
“Si hemos retomado la bandera del marxismo-leninismo, debemos hacerla flamear orgullosa y valientemente.  Recordemos que Marx decía que: “LA CLASE OBRERA ES REVOLUCIONARÍA O NO ES NADA.” Decía también que: “los sindicatos deben servir de palanca potente de la clase obrera, para la lucha contra el sistema de explotación”.  Asimismo Carlos Marx, en su carta del 23 de noviembre de 1871 dirigida desde Londres a F. Bolte, entre otras cosas, decía que: “el movimiento político de la clase obrera tiene como último objetivo, claro está, la conquista del Poder Político para la clase obrera”.  Agregaba Marx:
“Allí donde la clase obrera no ha desarrollado su organización lo bastante para emprender una ofensiva resuelta contra el Poder Colectivo, es decir, contra el poder político de las clases dominantes, se debe, por lo menos, prepararla para ello mediante una agitación constante contra ese Poder y adoptando una actitud hostil hacia la política de las clases dominantes”.
¿Significa esto que Marx confundía los sindicatos con el Partido Político de la clase obrera?.  El mismo Losovsky, dice en su citada obra: “Cuando hablamos de la supremacía de la política sobre la economía, no significa que los sindicatos deben transformarse en un partido político o que deben adoptar un programa puramente de partido; no quiere decir que haya que borrar la diferencia entre los sindicatos y el Partido. No. No es esto lo que quería Marx. Marx subrayaba la importancia de los sindicatos como centros organizados de las amplias masas obreras, y combatió la tendencia a meter en el mismo saco los partidos y los sindicatos. CONSIDERABA QUE LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ECONÓMICA DEL PROLETARIADO TIENEN UN SÓLO OBJETIVO, PERO CADA UNO CON SUS PROPIOS MÉTODOS ESPECÍFICOS.  Marx comprendía la supremacía sobre la economía, de tal manera que, en primer lugar, planteaba las tareas generales de clase de los sindicatos por encima de sus particularidades y compromisos, y, en segundo lugar, en el sentido de que el papel del proletariado debe determinar las tareas económicas y dirigir la organización sindical misma”. (Ob. Cit. pág. 24).
Marx estableció claramente la necesidad de que, para la destrucción del régimen de explotación, la clase obrera se constituyera en Partido Político. En los Estatutos Generales de La Asociación Internacional de Trabajadores, cuya redacción se le encargó, dice:
“En su lucha contra el poder unido de las clases poseedoras, el proletariado no puede actuar como clase más qué constituyéndose él mismo en partido político distinto y opuesto a todos los antiguos partidos políticos creados por las clases poseedoras”.
“Esta constitución del proletariado en partido político es indispensable para asegurar el triunfo de la Revolución Social y de su fin supremo: la abolición de las clases”.
“La coalición de las fuerzas de la clase obrera, lograda ya por la lucha económica, debe servirle asimismo de palanca en la lucha contra el Poder Político de sus explotadores”.
“Puesto que los señores de la tierra y del capital se sirven siempre de sus privilegios políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos y para sojuzgar al trabajo, la conquista del Poder Político se ha convertido en el gran deber del proletariado”.
Lenin, gran maestro del proletariado internacional tenía los mismos conceptos, los cuales desarrolló creadoramente.  Sobre el particular, dice Losovsky:
“¿Cuál era, pues, la idea directriz de Lenin en la cuestión de los sindicatos? Fue la idea ya formulada por Marx, de que los sindicatos son escuelas de comunismo.  Esta fórmula, a pesar de su laconismo, tiene un rico contenido.  En efecto, en esa definición, descansan las cuatro ideas directrices:  1) Los sindicatos son organizaciones que deben englobar a toda la clase;  2) Los sindicatos transforman políticamente a la masa en el espíritu del comunismo elevando su conciencia hasta el reconocimiento de las tareas generales de clase;  3) Los sindicatos realizan la ligazón entre el Partido y las masas, es decir, entre la vanguardia y la clase;  4) Los sindicatos sostienen la lucha contra el capital, bajo la dirección del partido revolucionario del proletariado”. (Ob. Cit. pág. 109).
En la Declaración de Principios y Estatutos de la Confederación General de Trabajadores del Perú, redactada por Mariátegui, se consagra también este principio. En el artículo 2o., señala:
“Dentro del sistema capitalista no podrán ser satisfechas jamás las aspiraciones de los proletarios: sólo dentro de una sociedad que no está dividida en clases, el obrero podrá alcanzar su emancipación integral”.
“Art. 3º.- El camino hacia nuestra liberación definitiva, hacia la construcción de una sociedad sin clases, no puede ser otro que el de la lucha constante y tenaz contra la opresión capitalista, contra el adversario de clase, en todos los frentes”.
Se ve, pues, que Mariátegui también concebía, al igual que Marx, el fin último de los sindicatos y no circunscribía su tarea a la simple reclamación de reivindicaciones inmediatas.
Entonces, como Marx decía, la organización política (el Partido) y la organización económica (el Sindicato) tienen un sólo objetivo, pero cada una con sus propios métodos específicos, llevando el papel directriz, el Partido. He ahí la diferencia entre el Partido y el Sindicato. El primero es el destacamento de vanguardia de la clase obrera. El sindicato realiza tareas económicas, principalmente, pero utiliza también medios políticos para conseguir dichos objetivos y tiene en cuenta siempre, el objetivo final, como es el de su emancipación respecto de la explotación. A las filas del Partido ingresan los más avanzados y abnegados hijos de la clase obrera.  El sindicato tiende a agrupar organizadamente a todos los trabajadores de una fábrica, hacienda o industria, sin distinción de sus ideales o tendencias políticas.  Al respecto, decía Lenin:
“Las organizaciones obreras para la lucha económica deben ser organizaciones sindicales. Todo obrero socialdemócrata (comunista) debe, dentro de lo posible, apoyar a estas organizaciones y trabajar activamente en ellas.  De acuerdo. Pero es en absoluto contrario a nuestros intereses exigir que sólo los socialdemócratas puedan ser miembros de las uniones “gremiales”, ya que esto reduciría el alcance de nuestra influencia sobre la masa.  Que participe en la unión gremial todo obrero que comprenda la necesidad de la unión para la lucha contra los patronos y el gobierno.  El fin mismo de las uniones gremiales sería inasequible si no agrupasen a todos los obreros capaces de comprender aunque no fuese más que esta noción elemental, si estas uniones gremiales no fuesen unas organizaciones muy amplias. Y cuanto más amplias sean estas organizaciones, tanto más amplia será nuestra influencia en ellas, influencia ejercida no solamente por el desarrollo “espontáneo” de la lucha económica, sino también por la acción directa y consciente de los miembros socialistas de los sindicatos sobre sus camaradas”. (Colección, “Acerca de los sindicatos”, Pág. 145).
De otro lado, hay que tener en cuenta que la organización sindical de los trabajadores actúa también según el medio político y las condiciones de una determinada sociedad y, cuando las mismas lo permiten, actúa legalmente e incluso recurre a su reconocimiento como tal ante las autoridades.  Por eso, es necesario remitirnos a los principios del leninismo sobre este punto.  Al respecto, Lenin decía:
“La lucha política de la socialdemocracia (el Partido) es mucho más amplia y más compleja que la lucha económica de los obreros contra los patronos y el Gobierno.  La organización de los obreros, debe ser, en primer lugar, sindical; en segundo lugar, debe ser lo más extensa posible; en tercer lugar, debe ser la menos clandestina posible (aquí y en lo que sigue me refiero, claro está sólo a la Rusia autocrítica).  Por el contrario, la organización de los revolucionarios debe englobar ante todo y sobre todo a gente cuya profesión sea la actividad revolucionaria (por eso, yo hablo de una organización de revolucionarios, teniendo en cuenta a los revolucionarios socialdemócratas).  Ante esta característica general de los miembros de una tal organización debe desaparecer en absoluto toda distinción entre obreros e intelectuales, por no hablar ya de la distinción entre las diversas profesiones de unos y otros.  Esta organización, necesariamente, no debe ser muy extensa, y es preciso que sea lo más clandestina posible”. (Ob. Cit. Pág. 143).
Y es bueno también recordar estas dos citas de Lenin, extraídas de su mismo trabajo:
“Las organizaciones sindicales no sólo pueden ser extraordinariamente útiles para desarrollar y reforzar la lucha económica, sino que pueden convertirse, además en auxiliar de la mayor importancia para la agitación política y la organización revolucionaria”.
“El socialdemócrata (dentro de la terminología actual: comunista) debe, ante todo, pensar en una organización de revolucionarios capaces de dirigir toda la lucha emancipadora del proletariado”. (Las palabras entre paréntesis de esta última cita han sido puestas por nosotros).
Teniendo en cuenta estos principios debe cuidarse la legalidad de los sindicatos, como organismos abiertos de masas. Pero no es correcto circunscribir la actividad de los mismos al estrecho marco de las leyes, sino que debe impulsarse la lucha de clases, venciendo las vallas y cortapisas impuestas por las leyes burguesas y sin perder jamás de vista los intereses vitales de la clase obrera. En situaciones en las que la legalidad sindical es abolida por los explotadores, los trabajadores no deben dejar de luchar organizadamente en sus sindicatos, aun dentro de la clandestinidad y reclamando también su vuelta a la legalidad, que ya es un derecho adquirido en largos años de lucha.
Debe combatirse la desviación consistente en pretender formar “sindicatos clandestinos” dentro de las condiciones de la existencia de la legalidad burguesa, como algo negativo, pues, su práctica ha demostrado que dichas “organizaciones” no han logrado salir del estrecho marco de cuatro paredes en que fueron concebidas.  Es una manifestación del temor de sus promotores a salir al frente de las luchas de los obreros y de los campesinos. La verdadera posición marxista - leninista consiste en saber utilizar hasta donde sea posible las limitadas libertades de la democracia burguesa, sin caer en el legalismo.  Siempre que se tenga como mando la política proletaria, cabe utilizar estas limitadas libertades burguesas. Los clásicos marxista-leninistas nos lo han enseñado así.
El fundador de nuestro Partido y de la primera central clasista de los trabajadores,  José Carlos Mariátegui, practicaba también este principio.  No cayó en el ilegalismo ni en el sectarismo.  Incluso muchos de sus trabajos teóricos fueron publicados por él mismo en revistas burguesas y aun oficialistas como “Variedades” y “Mundial”, durante el gobierno de Leguía.  Por eso, quienes se reclaman herederos y portavoces de su legado revolucionario, deben también practicar este principio táctico, pues, no se puede confundir sindicato con Partido.  En el “Manifiesto de la Confederación General de Trabajadores del Perú a la clase trabajadora del país”, publicado en setiembre de 1929, Mariátegui, a quien se le encargó la redacción de dicho documento, dijo:
La Confederación de Trabajadores del Perú, sostiene el principio de que el sindicato, para existir legal y jurídicamente, no necesita sino el acuerdo de sus asociados (pero esto no obsta para que pida su reconocimiento oficial, a fin de asegurarse en la legalidad).  La Confederación reivindica para la organización en todas las industrias y labores el derecho a la existencia legal y a la debida personería jurídica, para la representación y defensa de los intereses proletarios”.
La lucha por la legalidad de la organización sindical clasista, no implica el sometimiento servil a la legalidad burguesa.  Es sólo un recurso táctico para luchar en mejores condiciones en el aspecto legal.  Igualmente, no significa el posternarse o aceptar las leyes burguesas que afectan a sus intereses de clase, en cuyo caso debe luchar por su derogatoria.  Sólo así puede incluso conseguir el mejoramiento de la legislación laboral y conquistar una serie de derechos dentro de la lucha por sus intereses inmediatos.
Los sindicatos clasistas no pueden olvidar jamás la lucha de clases; no pueden olvidar el problema del poder político.  No basta aceptar la lucha de clases, ya que este fenómeno se produce independientemente de nuestra voluntad.  Es necesario orientar esa lucha hacia la conquista del poder político.  Bien decía Lenin:
“Lo que decide todo, es la cuestión, de en las manos de qué clase está el poder”.
Esta sabia orientación hay que aplicarla a los sindicatos clasistas, a fin de que éstos no se circunscriban únicamente al marco de la legalidad burguesa y no se hundan en el economisismo, perdiendo de vista el fin último de los sindicatos como es el de convertirse en poderosa palanca para derribar el poder político y económico de los explotadores, bajo la guía de su ideología revolucionaria que es el marxismo-leninismo y bajo la dirección de su Partido.  El no tener en cuenta esta orientación, ha traído no pocos descalabros a la clase obrera, tanto a nivel nacional como internacional.  El mantener este principio guía es defender la ideología proletaria, porque de lo contrario se impone la ideología burguesa en los sindicatos y así éstos se hallan impotentes para luchar con éxito por sus reivindicaciones tanto inmediatas como mediatas.

PRINCIPIOS QUE GUIAN LOS SINDICATOS CLASISTAS

Con la finalidad de que el Partido Comunista Peruano, marxista-leninista, en su práctica revolucionaria, llegue a constituir “firmes sindicatos clasistas” que se mantengan vigilantes contra la penetración ideológica de los explotadores y de sus órganos de Poder, vamos a señalar algunos principios basados en los cuales puedan guiar su actividad.  No se trata de encasillar a la clase obrera dentro de determinados cánones o de estrechos marcos que limiten su desarrollo, sino simplemente de coadyuvar en el fortalecimiento de su organización y de su lucha.  Lenin, enseñaba:
“La actividad del Partido debe consistir en coadyuvar a la lucha de clase de los obreros. La tarea del Partido no consiste en discurrir medios de moda para ayudar a los obreros, sino en adherirse al movimiento obrero, en alumbrarle el camino y en ayudar a los obreros en esta lucha que ellos han iniciado ya.  La misión del Partido estriba en defender los intereses de los obreros y en representar los intereses de todo el movimiento obrero”.
Orientaba en el sentido de que “en primer término”, se debe coadyuvar “en desarrollar la conciencia de clase de los obreros”. Y definía así, dicho concepto:
“Conciencia de clase de los obreros es la comprensión de que el único medio de mejorar su situación y de conseguir su emancipación consiste en la lucha contra la clase de los capitalistas y fabricantes, que han sido creados por las grandes fábricas.  Además, la conciencia de clase de los obreros implica la comprensión de que los intereses de todos los obreros de un país son idénticos, solidarios, que todos ellos forman una misma clase, distinta de todas las demás clases de la sociedad. Por último, la conciencia de clase de los obreros significa que ellos comprenden que para lograr sus fines necesitan conquistar influencia en los asuntos públicos, como la conquistaron y continúan tratando de conquistarla los terratenientes y los capitalistas”. (Ob. Cit. págs. 26 y 27).
Nos permitimos señalar los siguientes principios:
 
1. IRRECONCILIABLE LUCHA DE CLASES CONTRA LOS EXPLOTADORES, EN DEFENSA DE LOS INTERESES DE LOS TRABAJADORES.
Este principio, traicionado por los revisionistas criollos y demás agentes de la burguesía, enquistados en las organizaciones sindicales, ha sido “olvidado” en el proceso de reorganización de la Confederación General de Trabajadores del Perú (C.G.T.P.), efectuado en junio de 1968, a pesar del propósito de la mayoría de las bases participantes en el Congreso que fue convocado por el Comité de Defensa y Unificación Sindical (CEDUS), de reconstruir la gloriosa C.G.T.P. que fundara José Carlos Mariátegui el 17 de mayo de 1929 y que fuera disuelta por la dictadura de Sánchez Cerro en 1931.
Es bueno recordar que en los Estatutos de la Confederación General de Trabajadores del Perú, fundada por Mariátegui al lado de combativos líderes proletarios y cuya redacción tuvo su aliento e inspiración, se consagra el principio de lucha de clases.  En la Declaración de Principios, entre otros conceptos se vierten los siguientes:
“1.- En todos los países donde impera o predomina el sistema capitalista en la producción, constatamos objetivamente la división de la sociedad en dos clases fundamentales, separadas por antagonismo irreconciliable; de un lado la burguesía explotadora, de otro, el proletariado explotado”.
“2.- Los intereses de la burguesía y los del proletariado son no sólo diferentes sino completamente opuestos.  Dentro del sistema capitalista no podrán ser satisfechas jamás las aspiraciones de los proletarios: sólo dentro de una sociedad que no esté dividida en clases, el obrero podrá alcanzar su emancipación total”.
“8.- La Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), es la Central Sindical de los organismos sindicales del proletariado del país, que reconozcan y practiquen la lucha de clases”.
“10.- La CGTP proclama como principio básico de organización el sistema sindical de lucha de clases, con organismos permanentes que mantengan acción, disciplina y cotización efectivas, y que se desenvuelvan bajo el constante control de las masas”.
En los artículos transcritos se expresa con claridad el principio de la irreconciliable lucha de clases entre los explotadores y los explotados.  Este es, pues, el principio rector de los sindicatos clasistas, sin cuya aplicación la organización sindical no puede defender consecuentemente los intereses de la clase obrera.  Porque no basta reconocer la lucha de clases pura y simplemente, sino su carácter irreconciliable.  Ya hemos dicho que los intereses de la clase obrera son mediatos e inmediatos. Cualesquiera que ellos sean, los sindicatos deben basarse en el principio de la irreconciliable lucha de clases.
La lucha de clases no es una invención o un capricho; es un fenómeno social, un hecho objetivo que resulta de las contradicciones entre explotadores y explotados, contradicciones que son de carácter antagónico.  Precisa que los trabajadores tengan plena conciencia del significado de la lucha de clases y de su carácter irreconciliable y orienten sus combates sistemáticamente en defensa de sus intereses.  El no reconocimiento de la irreconciliable lucha de clases como principio, puede dar lugar a la conciliación con los explotadores y al oportunismo que consiste en renunciar a los intereses vitales de la clase obrera a cambio de migajas, halagos y dádivas y en anteponer los intereses personales o de pequeños grupos a los intereses sagrados de la clase obrera. Sólo siguiendo fielmente este principio se puede preservar en la lucha por los objetivos finales de la clase obrera; de lo contrario, las luchas sindicales no saldrán jamás del marco de reivindicaciones cotidianas o inmediatas y la clase obrera vivirá encadenada dentro de un círculo vicioso de explotación y de opresión.  Esto se comprende por el hecho de que, luego de algunas conquistas parciales obtenidas por la clase obrera en sus luchas, tales como aumento de salarios, algunas mejoras en las condiciones de trabajo, los capitalistas, arremeten nuevamente contra la economía de los explotados, a fin de sacar una mayor plusvalía; es decir, los explotadores cada vez más roban el sudor y el esfuerzo de los obreros al no pagarles por el trabajo que éstos realizan, pues, la plusvalía en esencia no es sino la parte del trabajo no pagado que va a los bolsillos de los empresarios
El carácter irreconciliable de la lucha de clases significa que sólo la Revolución Proletaria, a través de una dura y prolongada lucha armada, puede resolver esta contradicción, pues, los explotadores jamás dejarán de buena gana los medios de producción que se encuentran en sus manos, ni renunciarán al poder político que les sirve para defender sus intereses y aplastar a los explotados. Con los explotadores no cabe ninguna conciliación porque ello significaría que la clase obrera renuncie a la lucha por sus objetivos finales de emanciparse como clase explotada.
Los explotadores lo dirigen y controlan todo a través de su Estado que no es sino la organización de la fuerza puesta a su servicio.  Es decir, los explotadores, tienen su propio Estado, que, con diversos matices, no es sino una forma de dictadura que ellos ejercen, siendo una minoría, contra los explotados que son la mayoría.  Por ello, los trabajadores también, aparte de sus luchas económicas cotidianas, deben luchar por controlarlo y dirigirlo todo, dentro de una nueva sociedad.
La irreconciliable lucha de clases que libran los trabajadores contra sus explotadores se lleva a cabo en los terrenos ideológico, político, económico y en el proceso de la agudización de la misma, alcanza la forma de lucha armada para la conquista del poder político.  Lenin, en el “Proyecto del Programa del Partido Socialdemócrata y explicación del mismo”, refiriéndose a esta lucha, escribía:
“Esta lucha de la clase obrera contra la clase capitalista es una lucha contra todas las clases que viven a costa del trabajo ajeno y contra toda explotación. Esta lucha sólo puede terminar con el paso del poder político a manos de la clase obrera, con la entrega de toda la tierra, instrumentos de trabajo, fábricas, máquinas y minas a manos de toda la sociedad, para organizar la producción socialista, en la que todo lo producido por los obreros y todas las mejoras introducidas en la producción deben redundar en beneficio de los propios trabajadores”
Como en la realidad, los trabajadores se ven obligados a librar su lucha de clases, también en el terreno legal, puede argüirse que en las luchas sindicales se presentan continuamente actos de conciliación, en el curso de las luchas reivindicativas de carácter inmediato, tales como la elevación de salarios, nuevas condiciones de trabajo y otros beneficios temporales y pedidos que continuamente se hacen en los sindicatos y que si se aceptara el principio de la irreconciliabilidad de la lucha de clases, las reclamaciones y conflictos se eternizarían. Este es otro problema.
En la práctica sindical, pueden producirse acuerdos bilaterales de carácter temporal, teniendo en cuenta la correlación de fuerzas en determinado momento, así como la posibilidad de obtener mayores ventajas.  En realidad estos acuerdos bilaterales se producen dentro de las innumerables escaramuzas y luchas parciales que libran los trabajadores dentro de la guerra de clases.  Por ejemplo, en el caso de un pliego de reclamos, no siempre se puede conseguir todo lo que dicho pliego exige y la organización sindical se ve obligada por las circunstancias a entrar en algunos acuerdos con los patronos, luego de conseguir las ventajas fundamentales o principales exigidas por los trabajadores y en atención a que la correlación de fuerzas hace necesario tomar dicha medida.  Sin embargo, estos acuerdos o pactos temporales no significan conciliaciones en el sentido absoluto de la palabra, por cuanto ellos siempre se adoptan con miras a preparar nuevos asaltos contra el capital, a la espera de mejores oportunidades y con la condición de reforzar o robustecer las propias fuerzas; es decir, fortalecer la organización sindical en el curso de la lucha misma y terminada una lucha concreta, prepararse inmediatamente para librar otra lucha, de mayor alcance y profundidad, puesto que estas luchas por reivindicaciones inmediatas no ponen término, aun cuando tengan éxito, a la explotación del hombre por el hombre ni a la dominación de los explotadores.
La legislación laboral vigente considera la obligatoriedad de la conciliación, como trámite indispensable en las reclamaciones de los trabajadores; pero los sindicatos clasistas no deben someterse estrictamente a dichas ataduras y considerar los acuerdos bilaterales como convenios o pactos temporales, con la perspectiva de continuar la lucha de clases en forma ininterrumpida, porque como ya hemos dicho, estas luchas legales no son sino escaramuzas en la prolongada lucha de clases que libra la clase obrera.
Las organizaciones sindicales, utilizando los términos convenientes, deben consignar en sus Estatutos este principio, que debe regir también para la selección del núcleo dirigente, a cuyos cargos deben ir los trabajadores que hayan demostrado ser defensores consecuentes de su clase e incorruptibles frente a las tentativas de soborno y a las solicitudes maliciosas de los patronos o de las autoridades que defienden los intereses de los explotadores.

2. FRENTE ÚNICO DE CLASE O UNIDAD SINDICAL COMBATIVA
Los sindicatos son organismos de frente único de clase. Parten de la constatación de que “al obrero le es imposible luchar él solo contra el patrono”, hecho que hace surgir la necesidad de la unificación organizada para la defensa de sus intereses.  Marx, decía:
“La clase obrera posee un elemento de triunfo: el número. Pero el número no pesa en la balanza si no esta unido por la asociación y guiado por el saber”.
He aquí los dos fundamentos de la unidad: organización y orientación correctas tras de la lucha por los intereses de clase.  Sin organización no puede plasmarse la unión de los trabajadores; pero sin una orientación clasista correcta, la organización puede conducir a resultados contrarios a los intereses de los trabajadores.  La organización debe servir a los intereses de la clase obrera y no a los de la burguesía.
Este principio, el del frente único de clase o unidad sindical combativa, significa también que el Sindicato debe reunir en su seno, de ser posible, a la totalidad de los trabajadores. Es por ello que todos los trabajadores tienen derecho a organizarse dentro del Sindicato, con la sola condición de que acepten sus Estatutos y las finalidades del organismo laboral.  Esto se debe a que el Sindicato es una organización de la clase de los explotados, sobre quienes recae la explotación y opresión patronal y estatal y, por lo mismo, tienen necesidad de defenderse y de luchar.
El frente único de clase sólo tiene eficacia si se expresa en una organización combativa.  Esto quiere decir que la organización sindical justifica su existencia para luchar contra los explotadores y su Estado; pero al mismo tiempo la organización sindical tiene que luchar también contra las corrientes extrañas al movimiento obrero y contra la infiltración del enemigo de clase.  El frente único no significa la contemporización con las corrientes extrañas o con el amarillaje pro patronal.
Los patronos utilizan toda clase de medidas para que fracase la unidad de los trabajadores, valiéndose inclusive de elementos desclasados, mediante el soborno o la amenaza.  En nuestra práctica sindical hemos podido observar que los patronos, sean grandes industriales o hacendados, comienzan oponiéndose a la unificación de los trabajadores en torno al sindicato, valiéndose de medidas de persuasión, mediante la propaganda de que sólo a través de la “buena voluntad” y la “buena comprensión” pueden entenderse patronos y trabajadores y que no hay necesidad del sindicato, que, según dicen “conduce a la politiquería”.
Cuando los medios persuasivos o ideológicos fracasan los explotadores utilizan los medios económicos para dividir a los trabajadores, estableciendo una serie de diferencias y desigualdades entre los mismos, ya sea en el salario, en el trato personal y en algunas condiciones de trabajo. A los explotadores les interesa crear una pequeña capa privilegiada de trabajadores, una especie de aristocracia obrera, generalmente entre los más instruidos, para utilizarlos en su política divisionista y para que defiendan sus intereses y no los de sus hermanos de clase.
Luego, los patronos continúan su lucha contra la unificación de los trabajadores, mediante la corrupción de algunos de ellos a los que compra con migajas económicas, para convertirlos en una especie de policías secretos o en espías que van informando a la gerencia, todas las actividades de los trabajadores, a fin de que el patrono tome medidas para evitar la formación del sindicato. Utiliza, pues, todos los recursos para impedir su formación, llegando frecuentemente a despedir a aquellos que promueven la organización laboral.
Cuando ya el Sindicato se ha constituido, el capitalista, valiéndose de una serie de pretextos o artilugios, incluso legales, como el de no habérsele dado cuenta de su formación dentro del término de ley, despide a los dirigentes sindicales o a los activistas más consecuentes, basándose en el llamado “derecho a la libre contratación”, o sea aquél derecho que se ha irrogado el patrono de poder prescindir de un trabajador en cualquier momento.
Si a pesar de todos los esfuerzos del patrono, el Sindicato llega a constituirse formalmente, entonces trata de amoldarlo a sus intereses de clase, con la finalidad de liquidar su independencia de clase y servirse del mismo sindicato para sus fines de explotación más refinada de los trabajadores. De estos hay numerosos ejemplos, especialmente dentro de los llamados “sindicatos libres”.
Vemos, pues, que los patronos, utilizan ya sea la persuasión o el engaño, ya sea la corrupción o la formación de capas privilegiadas dentro de los mismos obreros, ya sea la amenaza o los despidos para impedir la formación de los sindicatos o una vez formados éstos, convertidos en instrumentos a su servicio. Hay casos también en los que los patronos recurren a denunciar a los organizadores del sindicato, haciéndolos pasar como agitadores y “comunistas”. En fin, vemos claramente que los patronos son enemigos de la unidad sindical combativa porque va contra sus intereses. Esto quiere decir que los trabajadores deben luchar por su unidad sindical.
Mariátegui, define claramente este principio, en su Mensaje al II Congreso Obrero de Lima, publicado el Nº 5 de Amauta, en enero de 1927, decía:          
“El lema del Congreso debe ser la UNIDAD PROLETARIA. Las discrepancias teóricas no impiden concertarse respecto de un programa de acción. El frente único de los trabajadores es nuestro objetivo. En el trabajo de construirlo los trabajadores de vanguardia tienen el deber de dar el ejemplo. En la jornada de hoy nada nos divide. El Sindicato no debe exigir de sus afiliados sino la aceptación del principio clasista. Dentro del Sindicato caben así los comunistas como los libertarios. La praxis, la táctica depende de la corriente que predomine en su seno. Y no hay por qué desconfiar del instinto de las mayorías”. (La organización del proletariado, Ediciones “Bandera Roja”, pág. 76. El subrayado es nuestro).
El revisionista Jorge del Prado en su mencionado “Manual” sostiene que la sola condición para la unidad es la de que todos sean obreros o empleados, mientras que Mariátegui sostiene con razón que como fundamento de la unidad debe ponerse la aceptación del principio clasista. Esto quiere decir que si la unidad no se basa en el principio de la lucha de clases, dicha unidad no tendría objeto. Esto se deriva de la misión histórica del Sindicato que también, según la opinión de Mariátegui sobre esta materia, de acuerdo al marxismo-leninismo, debe dotar de conciencia de clase a los trabajadores y conciencia de clase quiere decir llegar a la comprensión de la misión histórica de la clase obrera, de la necesidad de emanciparse por sí misma de la explotación capitalista y emancipar a toda la sociedad explotada.
El frente único significa también que hay que luchar, contra el escisionismo dentro de los sindicatos. El principio de la unidad sindical vela por la existencia de un solo centro de dirección sindical dentro de un centro de trabajo o fábrica y mucho mejor aún, dentro de una rama industrial, centro de dirección que obedezca al principio clasista.
Al referirnos a la unidad sindical o frente único de clase, nos estamos refiriendo no sólo a un sindicato, sino a la unidad que debe observar toda la clase obrera de un país, a fin de que orgánicamente tenga su expresión en una central única de clase. Si la clase obrera es una sola, no puede aceptarse aquella triste realidad de la existencia de varias centrales en un solo país. Hay que luchar por forjar una sola central que agrupe organizadamente a todos los explotados. Esto se deriva también del principio político marxista-leninista de que siendo la clase obrera  una sola, debe, tener una sola central y un solo partido proletario. Dimitrov el gran maestro del proletariado, enseñaba:
“Los intereses de la lucha de clases del proletariado y el éxito de la revolución proletaria imponen la necesidad de que exista en cada país, un partido único del proletariado”. (Fascismo y Frente Único, ediciones Tercer Mundo, pág. 126).
La proliferación de “centrales” “nacionales” dentro de un sólo país, así como la proliferación de grupos políticos autodenominados “comunistas”, en oposición al verdadero Partido Comunista Peruano, marxista leninista, es muy negativo para la clase obrera y el pueblo trabajador y favorable a los intereses de las clases gobernantes que se hallan sumamente interesadas en que los trabajadores se escindan cada vez más. Si ahora en el Perú hay cuatro centrales nacionales reconocidas oficialmente, con el mayor agrado el Estado explotador y opresor, que sirve a los intereses de la burguesía y demás explotadores, podría reconocer a una quinta y aún a una sexta “central”. Por ello la centralización, única los trabajadores debe ser un objetivo para materializar el principio del frente único de clase o unidad sindical combativa.
Debe tenerse en cuenta, además, que la unidad sindical tiene que forjarse en la lucha de clases. Una unidad que no es combativa puede ser quebrada por las influencias extrañas dentro del movimiento obrero o por las maniobras de los patronos o el Gobierno y sus partidos políticos. La unidad sindical que no se basa en la lucha es compadrería y conduce al conciliacionismo y a la traición. El propio frente único de clase también sólo puede forjarse al calor de la irreconciliable lucha de clases, en los diferentes frentes: económico, ideológico y político.

3. DEMOCRACIA SINDICAL Y DISCIPLINA CONSCIENTE

La democracia sindical y la práctica de una disciplina consciente, son indispensables para una buena marcha de toda organización sindical. La democracia sindical parte del hecho de que los trabajadores, por ser todos igualmente explotados por el capitalista o patrono, tienen iguales derechos y obligaciones; es decir, por un lado, todos tienen la posibilidad de acogerse a la defensa del Sindicato, a elegir y ser elegidos, a exponer libremente sus opiniones o iniciativas en las asambleas y demás reuniones y, por otro lado, todos están obligados a aceptar los Estatutos y a llevar a cabo las decisiones de la asamblea general del Sindicato, a cumplir los Estatutos y a rendir cuentas en los casos requeridos. La simple aceptación de los Estatutos o de los acuerdos, si éstos no se llevan a la práctica no tienen ningún valor y no producen ningún beneficio para la clase obrera. Todo esto significa el funcionamiento del centralismo democrático, mediante el acatamiento de la minoría a la mayoría.
La democracia sindical significa la participación de todos los miembros de la entidad laboral, tanto en la elaboración de los Estatutos, así como en la adopción de los acuerdos o decisiones durante el proceso de la lucha de clases. Por ello decimos que la democracia sindical debe regir no sólo en lo organizativo, sino también en lo reivindicativo, es decir, en la lucha misma. Esto significa que los dirigentes sindicales están obligados a consultar constantemente a la asamblea general del Sindicato y a someterse a las decisiones de la misma. En el plano sindical es pernicioso dejar a los dirigentes o a los asesores jurídicos proceder por su cuenta y sin consulta con la base o sea con la asamblea general. En este aspecto diríamos que prima el aspecto de la democracia más que el centralismo.
Si la democracia sindical se practicara solamente en el aspecto organizativo sería incompleta; en cambio, si se extiende al plano reivindicativo, sí cumple su función. Precisamente la intervención de la masa sindical que actúa conscientemente, puede impulsar y controlar la actividad de los dirigentes y es por eso que la democracia sindical consagra también el derecho que tiene la asamblea sindical a revocar el mandato concedido a sus dirigentes, es decir, a removerlos de sus cargos directivos, en cualquier momento, cuando no cumplen con sus obligaciones de clase.
La democracia en el plano reivindicativo significa también que los beneficios y mejoras que se obtengan, deben favorecer por igual a todos los trabajadores. No deben hacerse discriminaciones de grupos o de escalas o diferentes niveles que solamente los patronos han establecido. Por ejemplo, al redactar un pliego de reclamos, hay que basarse en el principio, a igual trabajo igual salario y sobreponerse a las diferenciaciones salariales hechas por el capitalista. En ese caso los aumentos solicitados deben favorecer en mayor escala a los que ganan menos, porque si se exigiera un porcentaje general, se beneficiarían más lo que tienen salarios más altos y menos lo que perciben los salarios más bajos. En esta forma se puede combatir esa táctica de los burgueses, de dividir a los trabajadores por diferentes escalas salariales y hasta de crear aristocracias que al final de cuentas se convierten en elementos amarillos.
Dentro del concepto de democracia sindical, se comprende también la necesidad de que todos los miembros del Sindicato participen en la lucha de clases. No debe haber miembros inactivos.  La lucha es obligatoria tanto para dirigentes como para la masa en general.
De otro lado, es necesaria la disciplina sindical para que el organismo pueda marchar con eficacia. Sin disciplina el Sindicato se diluye o anquilosa y pierde su fuerza. La disciplina sindical es una disciplina consciente que nace del convencimiento de que la organización sindical persigue fines clasistas y de que no puede haber éxito en sus luchas, si no hay un acatamiento a las decisiones de la asamblea. Cuanto más desarrollada esté la conciencia de clase, más efectiva es la democracia sindical y la disciplina consciente.
La aplicación del principio de la democracia sindical y disciplina consciente, enseña a la clase obrera a decidir por sí misma sus asuntos. La experiencia de la lucha de clases adquiere un elevado contenido revolucionario, cuando la clase obrera se guía por su ideología que es el marxismo leninismo. Este principio funciona dialécticamente, es decir, en el proceso mismo de la lucha de clases. Como decían los maestros del proletariado, los sindicatos guiados clasistamente son escuelas de comunismo. En efecto, proporcionan a los trabajadores una valiosa experiencia sobre la táctica de la lucha de clases; les enseñan a gobernarse por sí mismos. Todo esto, hace comprender a la clase obrera no sólo su capacidad productiva, sino también sus posibilidades de decidir por sí misma sus problemas. La adquisición de conciencia de clase les hace sentir la necesidad de luchar por el poder político, a fin de sustituir a través de la violencia revolucionaria, la dictadura de la burguesía (enmascarada de “democracia”) por la dictadura del proletariado. Cuando el proletariado, comprende, esta necesidad, entonces ha alcanzado conciencia de clase, cumpliéndose así el precepto revolucionario de Lenin: “…no basta aceptar la lucha de clases, sino comprender la necesidad de la dictadura del proletariado, por todo un período histórico de construcción de la sociedad socialista, primer estadío de la sociedad comunista sin clases”. 

4. IMPULSAR LA LUCHA Y EL DESARROLLO SINDICAL, BASÁNDOSE EN LAS PROPIAS FUERZAS.

Este principio tiene su origen ideológico en la gran consigna dada por Marx y Lenin de que la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los mismos trabajadores.  Su aplicación abarca tanto al campo de la lucha contra los explotadores, como al desarrollo de las múltiples actividades que realizan los sindicatos, ya que estas organizaciones que son fundamentalmente organismos de defensa e instrumentos de lucha, también pueden realizar actividades de tipo de promoción de fondos económicos, de índole cultural y deportivo, en bien de su clase.  Por ejemplo, en el aspecto de agenciarse de fondos, el Sindicato promueve su propia economía antes que recurrir a elementos extraños a su organización, sin hipotecar su independencia de clase.  Igualmente, en el plano cultural, debe desarrollar la educación obrera, sin rechazar las orientaciones que benefician ideológicamente a su organización, pues, la educación obrera no significa el cerrar las puertas a las influencias benéficas, revolucionarias, que impulsen el desarrollo de la lucha de clases y conduzcan a los trabajadores a su liberación.
Es necesario mantener una vigilancia de clase, frente a la penetración ideológica y política del imperialismo, a través de sus agentes, ya sean éstos civiles o religiosos, pues, vemos que en nuestro país proliferan una serie de instituciones extranjeras que introducen sus concepciones extrañas a los intereses de la clase obrera, del campesinado y de todo el pueblo trabajador.  La penetración la hacen, valiéndose de elementos desclasados a sueldo y haciendo profusión de gastos y de dádivas hipócritas, con la finalidad de imponer su colonialismo mental sobre los trabajadores.  Es necesario rechazar la intromisión de estos agentes enemigos.
La educación obrera consiste fundamentalmente en adquirir conciencia de clase, conciencia  política de clase y prepararse para el derrocamiento definitivo del poder de los explotadores.  Y en esto, el papel fundamental lo juega el Partido Comunista.  Lenin,  el genial conductor del proletariado internacional, dijo:
“La conciencia política de clase no se le puede aportar al obrero más que desde el exterior, esto es, desde fuera de la lucha económica, desde fuera de las relaciones entre obreros y patronos.  La única esfera en que se puede encontrar estos conocimientos es la esfera de las relaciones de todas las clases y capas con el Estado y el Gobierno, la esfera de las relaciones de todas las clases entre sí”.
También enseñó:
“El movimiento obrero espontáneo no puede crear por sí solo más que el tradeunionismo (e inevitablemente lo crea), y la política tradeunionista de la clase obrera no es otra cosa que la política burguesa de la clase obrera”.  (Lenin, Obras Escogidas, Ed. Lenguas Extranjeras, 1941, Tomo I, págs. 212 y 225).
Aquí cuando Lenin se refiere al tradeunionismo se refiere al puro sindicalismo, a la política sindicalista que prescinde de la orientación del Partido del proletariado.  Por eso hay que tener en cuenta que basarse en las propias fuerzas no quiere decir dejarse llevar por el espontaneismo.  Por ello Lenin enseñaba que “Sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario”.  Hacía comprender que la conciencia de clase y la idea del socialismo, debería ser llevada a los obreros “desde afuera” indicando que “la clase trabajadora, exclusivamente por sus propios esfuerzos, solamente puede desarrollar la conciencia sindicalista”.
El principio de basarse en las propias fuerzas debe ser entendido en su verdadero significado, pues, de ningún modo significa que los sindicatos en todas sus actividades tengan que basarse únicamente en sus propios recursos o fuerzas.  En primer lugar, este principio significa el desarrollo de los factores internos para la lucha de clases, principalmente el nivel de desarrollo de la conciencia política de la clase obrera.  En este caso se puede decir que hay que desarrollar la propia fuerza y la propia conciencia de clase.  Por ejemplo, el obrero para mejorar su condición económica tiene que luchar por mejores salarios, por goces vacacionales, etc. Para esta lucha tiene que basarse principalmente en su fuerza interna; pero las reivindicaciones económicas debe arrancárselas al capitalista, al explotador.  Si el Sindicato necesita un local, puede exigir al patrono, empresario o terrateniente, fondos para dicho local o puede exigir su construcción.  Existe la experiencia de los sindicatos de obreros agrícolas de las haciendas algodoneras de las provincias de Huaral y Chancay, afiliadas a la Confederación Campesina del Perú, muchos de los cuales han exigido mediante acciones de fuerza la construcción de locales para sus sindicatos y los han conseguido, no como una dádiva sino como un derecho, sin disminuir por eso sus luchas reivindicativas por otros derechos.  En tercer lugar, la aplicación de este principio no significa tampoco el no buscar la solidaridad o el apoyo de sus hermanos de clase, proveniente de otros sindicatos y aun de otros sectores de trabajadores e inclusive de los estudiantes.  En estos casos hay que extender el principio de basarse en las propias fuerzas a toda la clase explotada.
Todo esto significa que el impulso para la lucha sindical debe partir de la propia organización, pero bajo una orientación política proletaria, marxista-leninista.  Implica fundamentalmente un concepto de lucha, sin dejar de arrebatarle al enemigo más y más conquistas, hasta la conquista del poder económico y político.  Este principio no significa auto-aislamiento ni rechazo de la ayuda solidaria y, después de todo, rige también en un sentido general, para todos los trabajadores considerados como clase.  Es decir, basarse en las propias fuerzas quiere decir, basarse no sólo en la fuerza de un sindicato, sino en la fuerza de toda la clase explotada.

5.- PRÁCTICA CONSTANTE DE LA SOLIDARIDAD DE CLASE Y DEL INTERNACIONALISMO PROLETARIO.

El principio de la solidaridad de clase es aquél que extiende la mancomunidad de intereses de clase, más allá del marco de un solo sindicato o de una sola federación y la extiende y eleva hacia todos los trabajadores del país y del mundo.  Así como el capitalismo se ha convertido en un sistema de explotación mundial, también los trabajadores por su parte extienden su solidaridad hacia todos los explotados de la tierra.
La extensión de la solidaridad de clase más allá de las fronteras de un solo país, significa ya la práctica del internacionalismo proletario.  El internacionalismo proletario hermana a todos los trabajadores del mundo, incluidos los trabajadores de los países socialistas.  En el caso de Ia solidaridad de los pueblos coloniales y semicoloniales  y de todos los demás países capitalistas, la solidaridad es en defensa de sus intereses de clase, en lucha común contra la dominación capitalista, por liberarse de la explotación del hombre por el hombre.  El apoyo a las luchas de liberación nacional es también una forma de internacionalismo proletario.  El apoyo y defensa del sistema socialista, es también otra de las formas de internacionalismo proletario.  Este principio significa el apoyo recíproco, el apoyo mutuo, la defensa de los intereses de la clase obrera mundial.
En el plano nacional, la solidaridad de clase se extiende más allá de lo puramente gremial. Significa que los sindicatos deben luchar coordinadamente y salir del marco de sus propias organizaciones.  El anarco-sindicalismo, el aprismo y otras tendencias extrañas al movimiento obrero, han creado la tendencia a luchar solamente por lo que se llama la “causa propia”, sin importarles las luchas de sus hermanos de clase de otras ramas de industria y de otros gremios.  Hay que terminar con el sentimiento egoísta, que es un sentimiento natural de los explotadores y que lo transmiten a los trabajadores.  El egoísmo sindical, falsa tendencia, es una de las causas del fracaso de muchas huelgas que no encuentran el apoyo decidido de otros sindicatos o federaciones.  Hay que tener en cuenta que una conquista que beneficie a un sector de trabajadores, beneficia también a toda la clase; que una cosa que afecte o haga daño a un determinado sindicato o federación, afecta también a todos los trabajadores.  En suma, toda causa proletaria es causa común de todos los proletarios.
Lenin nos enseña:
“El dominio del capital es internacional.  Por eso, también, la lucha de los obreros de todos los países por su emancipación tiene éxito únicamente cuando es una lucha conjunta contra el capital internacional.  Por eso, el obrero alemán, y el obrero polaco y el obrero francés son camaradas del obrero ruso en la lucha contra la clase capitalista, del mismo modo que son enemigos suyos los capitalistas rusos, polacos y franceses”. (Colección “Sobre el internacionalismo proletario”, pág. 9).
En su artículo “Primero de Mayo”, el mismo Lenin, expresa:
“Todos los que trabajan, los que alimentan con su esfuerzo a los ricos y a los aristócratas, los que pasan su vida entregados a una labor agobiadora por un exiguo salario, los que jamás gozan de los frutos de su trabajo, los que viven como bestias de carga entre el lujo y el esplendor de nuestra civilización, todos ellos tienden su mano para luchar por la emancipación y la felicidad de los obreros.  ¡Abajo la enemistad entre los obreros de distintas nacionalidades o de distintas religiones!  Esa enemistad es provechosa únicamente a los saqueadores y tiranos, que viven gracias a la ignorancia y la dispersión del proletariado!”.  “Todos los obreros son hermanos, y su firme unión es la única garantía del bienestar y la dicha de toda la humanidad trabajadora y oprimida”.  (Ob. Cit. pág. 33).
La Internacional”, himno escrito por el poeta obrero Eugenio Pottier en junio de 1871, resume el sentimiento internacionalista de la clase obrera, al mismo tiempo que señala la perspectiva y los objetivos de la lucha.  Su música y gloriosa letra resonará por los siglos de los siglos porque refleja el llamado de Marx y Engels:
“! Proletarios de todos los países, uníos!”.
No podemos menos que reproducir algunas estrofas del himno internacional de la clase obrera:
 
Arriba los pobres del mundo,
de pie los esclavos sin pan
y gritemos todos unidos:
¡Viva la Internacional!

Removamos todas las trabas
que nos impiden nuestro bien,
cambiemos el mundo de fase,
hundiendo al imperio burgués.

Agrupémonos todos
en la lucha final
y se alcen los pueblos
por la Internacional.

6.- FORJAR LA ALIANZA OBRERO CAMPESINA.

La clase obrera tiene también mancomunidad de intereses con el campesinado, que en nuestro país semifeudal y semicolonial, es la clase mayoritaria.  Obreros y campesinos, para poder librarse de la explotación y la miseria tienen que forjar un frente común que sea la base para la conformación de un verdadero frente revolucionario, más amplio, que abarque a todo el pueblo trabajador.   La vanguardia de este frente, el dirigente de este frente, es la clase obrera, por ser la clase más avanzada de la sociedad, teniendo a la cabeza a su Partido marxista-leninista.
Los obreros deben comprender que el mejoramiento de las condiciones de vida de los campesinos, la realización de una verdadera Reforma Agraria, beneficiará no solamente a aquellos, sino también a la clase obrera y a todo el pueblo trabajador.  De modo que la lucha por la liberación de los campesinos respecto de los rezagos feudales, la lucha por la Reforma Agraria, es también una lucha por causa propia de la clase obrera.  La Reforma Agraria convierte a los campesinos pobres en campesinos con independencia económica, los posibilita para la adquisición de una serie de artículos indispensables para su desarrollo individual y colectivo y de la producción agropecuaria, amplía los mercados y promueve el desarrollo industrial.  Aparte de ello, la lucha de los campesinos va también apuntada contra los mismos enemigos que oprimen y explotan a la clase obrera y por lo mismo, deben forjar una estrecha alianza con ellos.
Este principio resulta de la necesidad de los obreros y de los campesinos, de unirse frente a la fuerza poderosa de sus enemigos y es la consecuencia también de que el proceso histórico ha demostrado que ni los obreros ni los campesinos pueden liberarse solos y aisladamente; pero si pueden conseguir su liberación estrechamente aliados, bajo la dirección del partido del proletariado. La dirección proletaria del frente único con los campeamos es condición básica para el triunfo sobre los enemigos de la Revolución.
Mariátegui que luchó por una sola central obrero-campesina, en las tesis que presentó al Congreso Sindical Latinoamericano, dijo:
“La lucha de los indios contra los gamonales ha estribado invariablemente en la defensa de sus tierras contra la absorción y el despojo.  Existe por tanto, una instintiva y profunda reivindicación indígena: la reivindicación de la tierra.  Dar un carácter organizado, sistemático, definido, a esta reivindicación, es la tarea en la que el movimiento sindical tiene el deber de cooperar activamente”.
Aquí, lo fundamental es la orientación en el sentido de que la clase obrera debe tomar a su cargo la organización campesina, aunque la formulación no es correcta, por cuanto el término indio está utilizado con criterio racial, como lo hace repetidas veces Mariátegui que, incluso tratando del problema del indio, aconsejaba “convertir el factor raza en factor revolucionario”.  De modo que comprendiendo esta formulación errónea hay que comprender la necesidad de forjar la alianza con el campesinado, independientemente de la concepción racial, ya que en el campo no sólo se encuentran indígenas “nativos”, sino también mestizos e inclusive, blancos.  Se trata claramente del problema campesino y de la lucha de los campesinos con los gamonales.  Es cuestión de lucha de clases y no de lucha de razas.
También Mariátegui consignó en los Estatutos de la Confederación General de Trabajadores del Perú, el objetivo de luchar “por las reivindicaciones y la emancipación del indio”; “por la disminución de la jornada de trabajo, especialmente en el campo y en los centros mineros”;  “contra la servidumbre del campesino y especialmente del indio, en todas sus formas”.
La línea política de la V Conferencia Nacional del Partido Comunista Peruano, marxista- leninista, consagra también este principio, señalando la necesidad de dar la debida importancia al trabajo en el campo; estimula este trabajo de creación y desarrollo de la alianza obrero campesina.
Para el proletariado, en su lucha por su emancipación y por la toma del poder político y establecer su dictadura, es importante la alianza con el campesinado explotado.  Ya Engels, en su trabajo “El problema Campesino en Francia y en Alemania”, decía:
“…el campesino es un factor esencialísimo de la población, de la producción y del poder político”.
“…para conquistar el Poder político, este Partido tiene antes que ir de la ciudad al campo y convertirse aquí en una potencia”.
Igualmente, Lenin, señala:
“El proletariado consciente apoya con todas sus fuerzas la lucha campesina por toda la tierra y por la libertad completa, pero pone en guardia a los campesinos contra cualquier esperanza falaz.  Con ayuda del proletariado, los campesinos pueden emanciparse plenamente del poder de los terratenientes, pueden poner fin por completo a la propiedad agraria terrateniente y al Estado terrateniente-burocrático.  Pueden incluso abolir la propiedad sobre la tierra en general.  Todas esas medidas reportarán un enorme provecho al campesinado, a la clase obrera y a todo el pueblo.  Los intereses de la clase obrera reclaman el apoyo más unánime a la lucha campesina”.  (Selección, sobre “La alianza de la clase obrera con el campesinado”, ed. 1957, pág. 323).
La alianza obrero campesina no debe limitarse a las luchas puramente económicas, sino que debe perseguir el poder político.  Lenin, en su “Carta abierta a los delegados al Congreso Pan Ruso”, del 7 de mayo de 1917, dice entre otras cosas, lo siguiente:
“Por eso nuestro partido, el partido de los obreros conscientes y de los campesinos más pobres, aspira a una república democrática de otro género…”
“Los obreros y los campesinos forman la mayoría de la población.  A ellos, por tanto, y no a los terratenientes y capitalistas, debe pertenecer el poder”. (Obras completas, Tomo XXIV, págs. 369 y 370).
En el Perú se dan buenas condiciones para forjar esta alianza obrero-campesina, no precisamente en un organismo que tenga tal membrete, sino principalmente en la práctica de la lucha de clases, dirigida por el partido proletario.
¿Cuáles son estas condiciones que favorecen la alianza obrero-campesina?  
Señalaremos las siguientes:
A) Obreros y campesinos son explotados por los mismos patronos o compañías.  Se dan muchos casos en que una misma razón social o compañía explotadora, tiene fábricas y haciendas con obreros agrícolas o con campesinos sometidos a diversas formas de servidumbre.  Por ejemplo, la imperialista Casa Grace, explotaba varios fundos agrícolas y entre ellos la hacienda Paramonga, gran centro azucarero y al mismo tiempo era dueña de la Casa Comercial Grace y Cía., así como de una flota de transportes terrestres y otra de transportes marítimos. Aunque ahora, con la Reforma Agraria terrateniente, la hacienda esté aparentemente en poder de los trabajadores, la empresa indicada sigue su explotación en la forma de sociedad mixta en la parte industrial de la misma, o sea en la elaboración de derivados de la caña de azúcar, tales como licores y otros productos químicos.
B) Un enorme porcentaje del proletariado peruano proviene del campesinado, especialmente en los centros mineros y en las haciendas agrícolas de formas capitalistas, bajo la cubierta de cooperativismo.  De este porcentaje un buen número son campesinos que se convierten en obreros sólo en forma eventual o temporal, como ocurre en las minas y en los latifundios de la costa.
C)           El imperialismo, principalmente el norteamericano, es un enemigo común para obreros y campesinos.  Se ha convertido no sólo en gran explotador de recursos minerales sino también de tierras.  Se puede recordar que en el centro del país, en la zona de sierra, el imperialismo explota minas y al mismo tiempo tuvo muchas haciendas, producto del despojo de las tierras de las comunidades.  Aunque estatizadas algunas minas y expropiadas algunas haciendas, el imperialismo conserva su dominación sobre obreros y campesinos, a través de la explotación con créditos condicionados, con la imposición de precios, el sistema de comercialización y otras formas neocolonialistas de explotación.
Entonces, pues, tanto obreros como campesinos, tienen los mismos enemigos, los mismos explotadores y sólo se diferencian en la forma como son explotados y por lo tanto, para derrotar a enemigos comunes y luchar por una causa común, tienen que unirse.  Los imperialistas, los latifundistas y burgueses intermediarios o capitalistas burocráticos, son fuerzas explotadoras antinacionales que impiden el desarrollo independiente del país y sojuzgan mediante su Estado represivo, a obreros y campesinos y a todo el pueblo trabajador.
Como consecuencia, la alianza obrero-campesina debe materializarse en la lucha de clases, en las siguientes formas
a) Mediante el trabajo de organización de los campesinos en sindicatos, asociaciones y uniones, trabajo que puede hacerlo la clase obrera que tiene mayor experiencia sindical y organizativa y esta más al contacto con las corrientes revolucionarias y que tiene una ideología política propia que es el marxismo leninismo.  Muchos sindicatos campesinos en el departamento del Cusco, por ejemplo, han sido organizados bajo la dirección de la clase obrera de esa importante circunscripción política.
b) Mediante el apoyo a las luchas campesinas por la tierra y la supresión de la servidumbre feudal.  Como consecuencia de estas luchas los campesinos, son perseguidos, encarcelados y asesinados por los latifundistas y sus fuerzas represivas estatales.  Los obreros pueden apoyarlos mediante actos de protesta, huelgas y paros de solidaridad, ayuda económica, exigencia de liberación de detenidos;  pueden también prestarles alojamiento cuando hacen sus marchas hacia las ciudades, etc.  Aun cuando este aspecto no ha sido bien desarrollado en el país, podemos señalar algunos hechos conjuntos como por ejemplo el gran mitin que se efectuó con motivo de la masacre de los comuneros de Yanahuanca, organizado por la Confederación Campesina del Perú, con el apoyo de los obreros de Lima, hace algunos años.
c)  Mediante la justa dirección de sus reivindicaciones, a fin de educar a los campesinos en la lucha de clases, de modo que comprendan y realicen la destrucción revolucionaria del régimen de los explotadores, de los rezagos feudales que los sumen en explotación y miseria.
d) Por su parte también los campesinos pueden apoyar las luchas de los obreros de las ciudades, con acciones masivas, protestas, huelgas, envío de recursos alimenticios para las ollas comunes, etc.  De este modo se tiene un buen recuerdo en la lucha por la reducción de la jornada de trabajo a ocho horas.  Los campesinos del centro, de los valles cercanos a Lima, de los valles de Chancay y otros lugares, apoyaban a los huelguistas enviándoles víveres para resistir la huelga.  Sería muy beneficioso mantener esta práctica de apoyo solidario, de unión obrero-campesina.
e) La forma superior de la alianza obrero-campesina se produce en la lucha política contra el régimen de explotación del hombre por el hombre, en la conformación de un amplio frente único revolucionario de liberación nacional y social y en la práctica conjunta de la política proletaria.  Y, como la liberación de obreros y campesinos solo puede producirse mediante la violencia revolucionaria, la alianza obrero campesina alcanzara su grado supremo durante la guerra popular, en la que participarán también otras capas explotadas del pueblo trabajador, correspondiendo la dirección a la clase obrera y su partido, siendo la fuerza principal el campesinado pobre.
La alianza obrero campesina no es una cosa vacía de contenido, sino que se puede materializar en beneficio de obreros y campesinos y de todos los trabajadores en general, pues, dicha alianza para tener mayor fuerza debe inclusive ampliarse hacia los trabajadores de la  cultura y los estudiantes.  No podemos señalar en forma estrecha los diversos modos en que ella debe materializarse, pues, las luchas de masas, cuando son bien conducidas por la política proletaria del Partido, son muy ricas en iniciativas y en desarrollar nuevas formas de lucha.

7.- INDEPENDENCIA POLITICA DE CLASE.     

El principio de la independencia política de clase es la aplicación consecuente de la política de la clase proletaria, en todo momento, frente al Estado de las clases dominantes, frente a los partidos políticos de los explotadores, frente a los propios patronos y frente a la Iglesia.  La independencia política de clase consiste en romper cualquier clase de atadura para librar una lucha consecuente contra los explotadores.  La independencia política de clase no significa en modo alguno la neutralidad política de la clase obrera.   Toda lucha de clases es en esencia una lucha política.  Donde hay lucha de clases no puede haber neutralidad.  En un mundo en el que la lucha de clases se manifiesta a cada instante, no puede haber neutralidad y si es que se dice que la hay, tal “neutralidad” en realidad favorece a los explotadores.  El proletariado debe ser consecuente en toda circunstancia con su política que a su vez se basa en la lucha de clases.  Como hemos dicho ya, existe también una política sindical de los trabajadores, que nada tiene que ver con la política de los explotadores.
Nosotros hablamos de independencia política de la clase obrera en su sentido correcto, a fin de que ésta esté en condiciones de luchar con más fuerza contra sus enemigos  En cambio, los revisionistas predican una “política sindical” por encima de las clases.  Así el revisionista y traidor Jorge del Prado, en la Tercera Edición de su “Manual de Sindicalismo”, dice:
“La política sindical no es ni puede ser la política de un determinado Partido político.  Debe ser la política de clase, es decir sólo para defender los intereses de la clase obrera y de las masas explotadas…En resumen, la política del movimiento sindical sólo puede se una política independiente de clase, es decir, una política no partidaria ni gubernamental, que responda exclusivamente a los intereses de clase del proletariado.  Esto se aplica, por supuesto, a los países donde impera la explotación del hombre por el hombre”. (Ob. Cit. pág. 55).
Esta cita del revisionista Jorge del Prado, refleja claramente su oportunismo de derecha y su conciliación con el enemigo de clase.  Recordemos que con ocasión de la Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista Peruano, por entonces en mano de la camarilla revisionista, año de 1944, Jorge Acosta leyó el documento escrito por Jorge del Prado, titulado “Las elecciones generales y nuestras tareas”.  Allí entre otras cosas se decía: “En esta etapa histórica de unidad nacional, de alianza entre la burguesía y el proletariado, los trabajadores del Perú tienen deberes muy importantes que jugar, prescindiendo de su filiación política”.  “La clase obrera debe reforzar su política de Unidad, de alianza con la burguesía, poniendo al desnudo el oportunismo que se encubre tras cierta fraseología revolucionaria”. (Ed. Empresa Tipográfica “Salas e Hijos”).
La camarilla de Jorge del Prado, luego de ser expulsada del Partido Comunista Peruano en la IV Conferencia Nacional de 1964, contando con el apoyo del revisionismo soviético se reagrupó constituyendo el ahora denominado “Partido Comunista Peruano” y, aprovechando los errores de sectarismo que cometió el Partido marxista-leninista en lo que respecta a la cuestión sindical, se apodero de la dirección de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), con la finalidad de vender la independencia política de la clase obrera, práctica traidora que puso en vigencia principalmente durante el Gobierno de Velasco Alvarado.  Así, en el documento de bases de discusión, del IV Congreso Nacional de la CGTP, dicen:
“En las condiciones particulares de nuestro país la fuerza armada surge en 1968 como la única alternativa real de dirección frente a la crisis de estructura dependiente y atrasada y el fracaso del reformismo belaundista…la clase obrera no logra colocarse a la vanguardia de la lucha revolucionaria del pueblo y compartir con la fuerza armada el rol conductor del proceso”.  Fue por ello que durante el gobierno de Velasco pusieron a la CGTP, de rodillas ante dicho régimen, representante de los intereses del imperialismo y de las clases explotadoras del país, ante la protesta de la mayoría de sus bases que repudiaban los vergonzosos actos de adulación de dicho régimen.
En el documento revisionista “El Partido Comunista y la Revolución Peruana”, se llega al extremo de afirmar lo siguiente:
“En nuestra Patria, como se sostiene en las tesis, no puede avanzarse hacia una nueva sociedad sin explotación y dominación, prescindiendo de la Fuerza Armada, ni mucho menos en contra de la Fuerza Armada”.  (IV Congreso del Partido Comunista Peruano (revisionista)
De esto se deduce que la clase obrera para ser políticamente independiente, debe estar dirigida por su propia ideología marxista-leninista, vale decir, por su Partido político. Refiriéndose al partido proletario, Lenin, decía:
“La salvaguardia de la independencia ideológica y política del partido del proletariado es una obligación constante, invariable e incondicional de los socialistas”. (Acerca de los sindicatos, pág. 237).
Esto significa que la independencia ideológica y política es necesaria para librar una lucha revolucionaria, hasta el fin.
La neutralidad política o el apoliticismo es una actitud errónea que desarma a los trabajadores frente a la política de explotación y opresión de las clases dominantes.  La supuesta neutralidad o apoliticismo no puede existir realmente y, si es que se da el caso de una tendencia con ese nombre, en la práctica representa una actitud política que favorece las intenciones y los apetitos de los explotadores.  En este sentido debe desterrarse de los sindicatos la influencia de tendencias erróneas como el anarco-sindicalismo y el “sindicalismo revolucionario” que niegan la lucha política y el papel del Partido y circunscriben, la lucha de clases sólo al terreno económico.
Empero, los sindicatos siempre deben conservar su independencia política frente a sus enemigos de clases, para combatirlos, poniendo en primer lugar su propia política al mando, es decir, la política proletaria marxista-leninista, como guía de todas sus actividades.
El primer aspecto de la independencia, política de clase se refiere a la independencia que se  debe conservar frente al Estado o al Gobierno, debido a que el Estado es un instrumento de defensa de los intereses de los explotadores y es un órgano de represión y de dominación.  Lenin enseñaba lo siguiente:
“El principio fundamental, el primer precepto de todo movimiento sindical, consiste en lo siguiente: no confiar en el “Estado”, confiar únicamente en la fuerza de su clase.  El Estado es la organización de la clase dominante”…“No confiéis en las promesas; confiad únicamente en la fuerza de la unión de la conciencia de vuestra clase”…“Nadie ayudará a los pobres si permanecen aislados.  Ningún “Estado” ayudará al obrero asalariado del campo, al bracero, al jornalero, al campesino pobre, al semi-proletario, si él mismo no se ayuda.  El primer paso para ello es la organización clasista independiente del proletariado agrícola”. (Ob. Cit. pág. 331. El último subrayado es nuestro).
Obsérvese que Lenin coloca el término “Estado” entre comillas para referirse al Estado de los explotadores.
La independencia política respecto de los patronos es semejante a la independencia respecto del Estado.  La clase obrera es económicamente dependiente de los patronos y de su Estado, está sujeta a la esclavización salarial.  Por ello, si la lucha es contra los explotadores, para ser efectiva, debe ser totalmente independiente de la influencia de los patronos y el Gobierno.  Este mismo principio rige también durante el funcionamiento del Sindicato, en todo momento.  Debe rechazarse totalmente la influencia estatal y patronal en la marcha orgánica o institucional.
La influencia estatal o patronal se hace efectiva ya sea en forma indirecta o en forma directa.  En forma indirecta se realiza a través de las tendencias extrañas al movimiento obrero y que son portadoras de la ideología y de los intereses económicos y políticos de los patronos y su Estado.  En forma directa se produce generalmente en los países de carácter fascista.  Los sindicatos u organizaciones de los trabajadores del campo y la ciudad se realizan bajo la dirección estatal o patronal e incluso se llega al extremo de incluir dentro del organismo laboral a los propios patronos.  En el Perú tenemos el reciente ejemplo de la formación de la C.N.A. (Confederación Nacional Agraria) bajo la égida estatal, a través del Decreto Ley 19400.  Este organismo fue implementado para facilitar la aplicación de una pseudo Reforma Agraria y en su constitución tuvo participación directa el Sistema Nacional de Asesoramiento y Organización Social (SINAMOS) de cuyo corte fascista se tiene dolorosa experiencia, a tal punto que últimamente tuvo que ser suprimido como tal por la segunda fase del régimen militar, a pesar de tener la misma esencia fascista.
Actualmente existen algunos dispositivos legales como el Convenio Internacional de Ginebra, No 87, aprobado por el Estado, dispositivos que amparan, aunque sea teóricamente, la independencia sindical, a pesar de lo cual jamás se han cumplido porque siempre se ha restringido la actividad sindical y se ha privado del derecho sindical a importantes sectores laborales, principalmente a los trabajadores estatales.  Asimismo, la Nueva Constitución Política, promulgada el 12 de julio de 1979 y a la que se le ha dado el “cúmplase” por el Gobierno encabezado por Belaúnde en su Art. 51, dice:
“El Estado reconoce a los trabajadores el derecho a la sindicalización sin autorización previa.   Nadie está obligado a formar parte de un sindicato ni impedido de hacerlo.  Los sindicatos tienen derecho a creer organismos de grado superior, sin que pueda impedirse u obstaculizarse la constitución, el funcionamiento y la administración de los organismos sindicales”
“Las organizaciones sindicales se disuelven por acuerdo de sus miembros o por resolución en ultima instancia de la Corte Suprema
“Los dirigentes sindicales de todo nivel gozan de garantías pare el desarrollo de las funciones que les corresponden”.
Según esto, por una parte se reconoce la libre sindicalización; pero por otra parte, se señala la posibilidad de que una organización sindical pueda ser disuelta por la Corte Suprema.  De manera de que se tiene la impresión de que lo qué se da con una mano se quita con la otra mano.  Por ello, aun cuando existan las declaraciones antedichas, el derecho de sindicalización y sobre todo la independencia política de clase, hay que conquistarla hasta llegar a imponerla.
El Gobierno y los patronos violan constantemente la independencia política de los sindicatos, luchan siempre por someter a las organizaciones obreras a sus caprichos que, naturalmente, obedecen a sus intereses de clase.
No se puede confundir la independencia política de clase, con el sistema llamado de los “sindicatos libres” o del “sindicalismo libre”, ideado por el imperialismo, principalmente norteamericano, supuestamente para excluir a los sindicatos de toda participación política.  El “sindicalismo libre”, es, en realidad, la pérdida total de independencia política de clase.  La única garantía de una auténtica independencia política de clase es la dirección del Partido Comunista Peruano, marxista-leninista.
La independencia respecto de los partidos políticos de los explotadores es muy importante saberla conservar.  Si bien es cierto que en la práctica muchos obreros pertenecen a las filas de algunos partidos políticos burgueses, ello se debe a la falta de politización clasista y a que han sido víctimas de la penetración ideológica del enemigo de clase.  En estos casos debe cuidarse que los dirigentes sindicales que pertenecen al APRA (partido pro imperialista y patronal); a la Unión Nacional Odriista, en descomposición; a Acción Popular, actualmente partido gobernante; al Demócrata-Cristiano que obedece a la influencia del imperialismo alemán; al Popular Cristiano, de Corte patronal y ultraderechista y a otros partidos burgueses, no sometan a los sindicatos a los designios de sus partidos y hay que tener de consigna el desplazarlos y sustituirlos por trabajadores con posición clasista y revolucionaria.  Los partidos mencionados representan los intereses de los explotadores, en forma directa y no persiguen la emancipación de la clase obrera.  Del mismo modo, hay partidos de la pseudo ”izquierda” que aparentando tener una posición clasista, sirven a los intereses de la burguesía y del imperialismo tales, como el partido de los revisionistas criollos y las diversas variantes trotskistas.  Por esta razón debe lucharse por desentrañar y desenmascarar la esencia reaccionaria y antiobrera de los indicados partidos, teniéndose en cuenta de que, si ha prendido en un buen número de obreros, la ideología de los partidos de los explotadores, se debe en gran parte a la falta de mayor penetración de nuestro Partido en los grandes centros de concentración de masas proletarias.  Si la clase obrera es la clase dirigente, pues, debemos profundizar nuestro trabajo en ella.
Sin llegar a la confusión entre Sindicato y Partido, la actitud de los sindicatos frente al Partido Comunista Peruano, marxista-leninista debe ser la de mantener una relación correcta hasta llegar a la aceptación tácita de su dirección.  Recordemos que Marx en su obra “Trabajo asalariado y Capital”, escribió:
“Aparte de sus fines primitivos, los sindicatos deben aprender a actuar ahora de modo consciente como ejes de la organización de la clase obrera, por el interés superior de su emancipación total.  Deberán apoyar todo movimiento político o social que se encamine directamente a este fin”.
Además, preconizaba el derecho de la clase obrera a constituir su propio partido político, su forma suprema de organización, como es el Partido Comunista.  Este para ser tal tiene que ser el resultado de la fusión del marxismo-leninismo, del socialismo, con el movimiento obrero.
Igualmente, Lenin, nos enseña:
“¿Qué significa la afirmación de que la lucha de la clase obrera es una lucha política?. Significa que la clase obrera no puede luchar por su emancipación sin conquistar influencia en los asuntos públicos, en la dirección del Estado, en la promulgación de las leyes”.
“Ya hemos dicho que la lucha de los obreros contra los capitalistas les lleva de modo inevitable a enfrentarse con el gobierno, y el propio gobierno trata con todas sus fuerzas de hacer ver a los obreros que sólo mediante la lucha y la resistencia unida pueden influir sobre el Poder del Estado”.
“Así, pues, vemos que la lucha de la Clase obrera contra la clase capitalista debe ser necesariamente una lucha política…Por eso, la reivindicación más urgente de los obreros y la primera tarea encaminada a conseguir que la clase obrera influya sobre los asuntos políticos debe consistir en LOGRAR LIBERTAD POLITICA”. (Selección “Acerca de los sindicatos, págs. 31 y 32).
Y, condenando el neutralismo, Lenin, enseñaba:
Ahora la actividad dentro de los sindicatos adquiere, sin duda, una enorme importancia.  En oposición al neutralismo de los mencheviques, debemos desplegar esta actividad en el espíritu del acercamiento de los sindicatos al Partido, del desarrollo de la conciencia socialista y de la comprensión de las tareas revolucionarias del proletariado”. (Prólogo al folleto de Voinov (A.V. Luhacharski) sobre la actitud del Partido ante los sindicatos).
También afirmaba:
“Todo nuestro Partido ha reconocido ahora que se debe trabajar dentro de los sindicatos no en el sentido de neutralidad de éstos, sino en el espíritu de un acercamiento más estrecho posible de los sindicatos al Partido Socialdemócrata”. (Del artículo: la neutralidad de los sindicatos).
Es que la sociedad es un campo de lucha de clases, ya sea en el terreno económico, en el ideológico y en el político y militar.  Quiérase o no, la verdad es que en la vida de los sindicatos siempre se impone una línea, una ideología, una política.  No se puede concebir al movimiento obrero o sindical por encima de las clases.  En la práctica se ve que los sindicatos o aceptan la dirección del partido proletario o aceptan el control y la dirección de la burguesía ya sea directamente por los partidos de ésta o por su sostén social que es el revisionismo en sus diversas variantes: revisionismo soviético, chino o yugoslavo o su más reciente versión que es el llamado “eurocomunismo”.  En la práctica vemos que los revisionistas criollos, no obstante su predica “sindicalista” y “clasista”, pugnan por apoderarse de los sindicatos imprimiéndoles su dirección y para ponerlos al servicio de los explotadores. Para ello se cubren con un ropaje pseudorevolucionarios y hasta usurpan el nombre de Partido Comunista, al igual que lo usurpan también otros grupos oportunistas que utilizan el nombre de “comunista” con la finalidad de engañar a las masas populares.  Por ello la clase obrera tiene que estar bien prevenida acerca de cuál es el Partido del proletariado, reconociendo al Partido Comunista Peruano, marxista-leninista y diferenciándolo del llamado “Partido Comunista Peruano, Unidad” así como del grupo que se ha escindido y que adopta también el nombre de “Partido Comunista Peruano, “Mayoría” y de otros como los conocidos comúnmente por “Patria Roja”, “Sendero Luminoso”, “Comunista Revolucionario” y otros que han surgido como consecuencia de la labor de infiltración y de escisión, pretendiendo la destrucción del auténtico partido.  Bien sabido es que existe un principio establecido por la III Internacional: en cada país, una sola central de trabajadores y un solo partido político proletario.
Es muy importante tener en cuenta estos conceptos para hacer un buen trabajo sindical y no cometer errores que puedan perjudicar tanto al Partido como a la organización sindical, estableciendo las relaciones correspondientes entre el trabajo secreto y el trabajo abierto. Ya sabemos, como dijo Lenin, que el Partido es una organización lo mas clandestina posible, sin significar esto que los comunistas se oculten físicamente o se aíslen de la clase obrera.  Al contrario los comunistas deben ser ejemplos vivos de luchadores conscientes y abnegados por los intereses mediatos e inmediatos de la clase obrera y que deben ponerse audazmente al frente de la lucha que libra el pueblo trabajador. El secretismo y el ilegalismo conducen al Partido al aislamiento respecto de las masas.  Según las tesis de Lenin sobre la naturaleza del Partido del proletariado, conforme se explica en la Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la U.R.S.S.
“El Partido es la encarnación de los vínculos que unen al destacamento de vanguardia de la clase obrera con las masas de millones de hombres del proletariado.  Aunque el partido fuese el mejor destacamento de vanguardia y se hallase magníficamente organizado, no podría vivir ni desarrollarse sin tener vínculos de unión con las masas sin partido, sin multiplicar y afianzar estos vínculos.  Un Partido encerrado en si mismo, aislado de las masas, que haya perdido los vínculos que le unen a su clase, o sólo se halle unido a ella por vínculos débiles tiene necesariamente que perder la confianza y el apoyo de las masas y se halla, por tanto, inevitablemente, condenado a perecer”.   Agregaba
“Para ser un Partido socialdemócrata (comunista) hay que conquistar el apoyo de la clase propiamente”.
El hacer que las organizaciones sindicales se guíen por la política del Partido, no es cosa fácil. Es el producto de un trabajo arduo, pues, la política del Partido no es impuesta por decreto a las organizaciones sindicales, que son organizaciones de masas de la clase obrera.
El camarada Lenin nos ha enseñado que las masas se educan principalmente a través de su propia experiencia, pero que la experiencia de la lucha de clases debe pasar de su etapa de espontaneismo a una etapa consciente con la guía de la política del Partido.  El nos ha enseñado que el Partido puede prestar una gran ayuda a la lucha de clases de los obreros, mediante “el desarrollo de la conciencia de clase de los obreros, mediante la contribución a su lucha por sus necesidades más esenciales”.  Luego, dice: “La segunda ayuda debe consistir, como se dice en el Programa, en contribuir a la organización de los obreros”.  “La tercera consiste en indicar el verdadero objetivo de la lucha, es decir, en explicar a los obreros en qué estriba y en qué se basa la explotación del trabajo por el capital, de qué modo la propiedad privada sobre la tierra y los instrumentos de trabajo conducen a la miseria de las masas obreras, les obliga a vender su fuerza de trabajo a los capitalistas y a entregarles gratuitamente todo el remanente que queda del producto del trabajo del obrero después de atender al sustento del mismo”.
El mismo Lenin nos enseña que una de las formas de educación de la clase obrera es a través de la organización de denuncias políticas.  Decía:
“Ya hemos visto que la agitación política más amplia y por consiguiente, LA ORGANIZACIÓN DE DENUNCIAS POLÍTICAS EN TODOS LOS ASPECTOS constituye una tarea en absoluto necesaria, la tarea más imperiosamente necesaria de la actividad, siempre que esta actividad sea verdaderamente socialdemócrata (comunista).  Pero hemos llegado a esta conclusión partiendo sólo de la apremiante necesidad que la clase obrera tiene de conocimientos políticos y de educación política”.  Y, concretando esta importante directiva, decía:
“Para aportar a los obreros conocimientos políticos, los socialdemócratas deben ir a todas las clases de la población, deben enviar a todas partes destacamentos de su ejército”.
A mayor abundamiento, recomendamos el estudio permanente de la obra de Lenin “¿Qué hacer?”.
En su artículo “Tareas urgentes de nuestro movimiento”, escrito en noviembre de 1900, Lenin decía:
“La socialdemocracia es la unión del movimiento obrero con el socialismo. Su cometido no estriba en servir pasivamente al movimiento obrero en cada una de sus fases, sino en representar los intereses de todo el movimiento en su conjunto, señalar a este movimiento su objetivo final, sus tareas políticas, y salvaguardar su independencia política e ideológica.  Desligado de la socialdemocracia, el movimiento obrero se achica y se transforma por fuerza en un movimiento burgués: al sostener exclusivamente la lucha económica, la clase obrera pierde su independencia política, se convierte en un apéndice de otros partidos políticos y traiciona el gran precepto: “La emancipación de la clase obrera debe ser obra de la clase obrera misma”. (Selección: El trabajo del Partido entre las masas, pág. 5).
Siendo los sindicatos organizaciones de masas de la clase obrera precisan de la dirección del Partido proletario para que sus luchas se conviertan en revolucionarias.  No somos partidarios del espontaneismo que consiste en dejar que las masas en forma espontánea desarrollen sus luchas y en este sentido, en las ediciones anteriores de este trabajo sindical, cometimos el error de atenernos a las ideas de Mao Tsetung en lo que respecta a como hacer el trabajo de masas, siendo así que su concepción de primacía al factor espontáneo y a la necesidad de “esperar con paciencia” a que ellas cambien.  Tal cosa lo afirmaba en su artículo “El frente único en el trabajo cultural”, en el que también explicaba: “He aquí dos principios: uno, las necesidades reales de las masas, y no necesidades imaginadas por nosotros, y el otro, los deseos de las masas y las decisiones que toman ellas mismas, y no las que tomemos nosotros en su lugar”.  Si bien es cierto que siempre debemos tener en cuenta las necesidades reales de las masas, tenemos que hacer labor de despertar la conciencia política de las mismas, a través de un trabajo consciente, orientado por el marxismo leninismo, debido a que, como dice Lenin, la clase obrera en forma espontánea sólo puede llegar a una actitud puramente sindicalista.  Concretamente decía que “el desarrollo espontáneo del movimiento obrero marcha precisamente hacia su subordinación a la ideología burguesa”.  A continuación aconsejaba: “Por eso, nuestra tarea, la tarea de la socialdemocracia consiste en combatir la espontaneidad, hacer que el movimiento obrero abandone esta tendencia espontánea del tradeunionismo a cobijarse bajo el ala de la burguesía y atraerlo hacia el ala de la socialdemocracia revolucionaria”. (¿Qué hacer?).
El trabajo de masas aconsejado por Lenin, según sus propias palabras, debe seguir el siguiente desarrollo:
“Primera: de los círculos estrechos de propaganda a la amplia agitación económica entre las masas; segunda: a la agitación política en gran escala y a las manifestaciones abiertas de calle; tercera: a la verdadera guerra civil, a la lucha revolucionaria directa, a la insurrección armada popular”.  (“El trabajo del Partido entre las masas”, pág. 14).
De esta manera se sale del espontaneismo, mediante el trabajo de orientación revolucionaria consciente.  En cambio Mao, aconseja:
“Recoger y sintetizar las ideas de las masas y llevarlas luego a las masas para que perseveren en ellas, y, de esta manera, elaborar ideas correctas de dirección; tal es el método fundamental de dirección”. (Algunas cuestiones sobre los métodos de dirección) (Obras Escogidas, Tomo I pág. 120).
Según Mao Tsetung, las masas espontáneamente ya se señalan un rumbo y debemos hacer que perseveren en ellas.  Pero esto no es exacto, por cuanto es lógico que puedan tener ideas correctas, así como ideas incorrectas.  Y, efectivamente, la ideología burguesa o la ideología de los explotadores, que es la dominante, imprime e influencia negativamente la conciencia de las masas. Por eso, Marx decía que “la ideología dominante es la ideología de la clase dominante”.  Un ejemplo puede ilustrar el caso.  Cuando los campesinos de Pomacocha, Chanen Chito y Vilcashuamán (Ayacucho), luchaban espontáneamente contra los abusos del latifundismo, sólo llegaron a la idea de adquirir por compra dicho gigantesco feudo y a convertirse en propietarios privados y bajo esta idea se unieron para la lucha.  Fue la orientación correcta del Partido del proletariado, a través de la correcta dirección de la Confederación Campesina del Perú, la que orientó correctamente sus luchas y les hizo adquirir conciencia, hasta convertirlos en luchadores revolucionarios que se liberaron por sí mismos de siglos de esclavización y los guió a las acciones directas, mediante la expulsión de los latifundistas y la toma de las tierras para su aprovechamiento colectivo.  ¿Qué hubiera ocurrido si tomando sus ideas de “compra de la tierra” y de ser “propietarios” privados, la C.C.P., hubiera hecho que persistan en ellas?  Simplemente, ahora serían propietarios privados y estarían yendo por el camino del desarrollo capitalista.
Sabiamente enseñaba Lenin:
“Pero preguntará el lector  ¿Por qué el movimiento espontáneo, el movimiento por la línea de menor resistencia, conduce precisamente a la supremacía de la ideología burguesa?  Por la sencilla razón de que la ideología burguesa es mucho más antigua por su origen que la ideología socialista, porque su elaboración es más completa y porque posee medios de difusión incomparablemente más poderosos”.  (¿Qué hacer?).
Para defender esta independencia política de clase, el Partido no debe actuar en forma impositiva; pero tampoco debe dejarse llevar por la corriente del espontaneismo. Stalin que consideró a los sindicatos como “la principal correa de transmisión, el aparato principal de transmisión a través del cual el Partido se liga con la clase obrera”, estaba contra toda forma de imposición de las organizaciones del partido hacia los sindicatos.  Decía que había que actuar de modo que los sindicatos se convenciesen a través de su propia experiencia de la necesidad de su dirección por el Partido.
El c Enver Hoxha gran líder del pueblo albanés y que ha hecho importantes contribuciones al tesoro marxista-leninista, en su importante “Informe sobre la actividad del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania”, dice:
“En, toda su actividad, nuestro Partido se ha atenido siempre y se atiene al principio de “aprendamos de las masas e instruyámoslas”.  Pero, en la práctica del trabajo, algunos camaradas no aplican debidamente este principio, sufren de unilateralidad”.
Ahora bien, ¿qué debemos aprender de las masas?  Debemos aprender de ellas, su modo sencillo de vida, su espíritu de sacrificio y su disciplina.  En especial debemos aprender estas cualidades de la clase obrera que es la parte más avanzada de las masas.
Luego el c. Enver Hoxha, dice:
“Hay cuadros y comunistas que en su trabajo no escuchan y no toman en consideración las opiniones, las sugerencias, las criticas y las proposiciones de los trabajadores, no se consultan con ellos, asumen hacia ellos una actitud de subestimación, sufren megalomanía y subjetivismo.  Estas personas que subestiman y desprecian la experiencia de las masas trabajadoras, no tienen nada que “enseñar” a los demás, son vacíos y charlatanes, que, a parte de su altanería y vanagloria no poseen otra “riqueza”.  Como es natural, estas personas cometen numerosos errores, están desprendidos de la vida, no están en condiciones de orientar y dirigir a los demás”.
“Por otro lado, hay cuadros y comunistas que vulgarizan los lazos con las masas y al escuchar su voz, ellos escuchan pasivamente lo que dicen los trabajadores, aprueban todo lo que se dice y no asumen una actitud de principio, no se esfuerzan en analizar las opiniones que expresan los trabajadores para distinguir lo correcto de lo incorrecto, lo esencial de lo secundario, para generalizar la experiencia de las masas.  Tales cuadros y comunistas permanecen a la zaga de las masas, no les enseñan nada a éstas, no desempeñan su papel como dirigentes de las masas, son incapaces de dirigirlas”.
“La tarea del Partido es combatir estas tendencias dañinas, esencialmente las tendencias de altanería y la desestimación ante las masas, para ejecutar correcta y consecuentemente el principio “de las masas hacia las masas”, para convertirlo en método de trabajo para todas las organizaciones del Partido, los órganos estatales y económicos, las organizaciones de masas, para todos los comunistas, en todos los campos de la construcción socialista”.
Todas estas enseñanzas pueden alumbrarnos para la aplicación consecuente de la independencia política de la clase obrera y la dirección partidaria de las organizaciones sindicales, como se ha dicho, no por decreto, por el sistema de “ordeno y mando”, sino por el método de la línea de masas, de modo que éstas, de modo gradual y consciente, apoyen y sigan la dirección del Partido.
En cuanto a las citas del c. Enver Hoxha, hay que tener en cuenta que él se refiere a la clase obrera, a las masas populares de un país en el que se construye el socialismo y en el que las masas populares se hallan liberadas de la opresión y de la explotación, condiciones dentro de las cuales están en mejores posibilidades de participar activamente en el control obrero de la construcción socialista y pueden aportar valiosas experiencias, puesto que el proletariado -que ya tiene otro carácter o sea el de clase dominante- está ejerciendo su dictadura.
Los principios por los cuales deben regirse los sindicatos clasistas, constituyen el basamento sobre el que deben erigirse dichas organizaciones, a fin de que la lucha de clases que libran contra los patronos y el Estado, tenga un buen éxito.  Pero debemos advertir que el sindicalismo clasista no debe tornarse como una tendencia extraña a la política proletaria marxista-leninista, sino como una forma correcta y revolucionaria de conducción de los sindicatos.  Los sindicatos de clase, orientados correctamente por el Partido, son en esencia, sindicatos revolucionarios; pero éstos jamás pueden sustituir al Partido del proletariado, conforme lo preconizan los sostenedores de la tendencia extraña a la clase obrera, como lo es el llamado “sindicalismo revolucionario” que fue condenado por Lenin, cuando hizo la crítica a Sorel, a quien calificó de “oportunista de izquierda”.  Este intelectual francés es conocido por sus ideas anarco-sindicalistas y su rechazo a la política del proletariado.  Por ello, acerca de esta tendencia y otras, hacemos una crítica en el trabajo. “Tendencias extrañas al movimiento sindical”;  pero desde ya hay que adelantar un rechazo a las tesis fundamentales de Sorel, opuestas al marxismo-leninismo, tales como su oposición a la dictadura del proletariado y a la dirección partidaria del movimiento sindical.  Debemos advertir también que, en lo que respecta a la apreciación de Sorel, José Carlos Mariátegui, incurrió en algunos errores, tales como el de considerarlo como “el continuador más vigoroso de Marx” (“Defensa del marxismo”, pág. 17). Equivocadamente pensó que “Sorel completó a Lenin”.  En la nota preparada por el mismo (Mariátegui), con el titulo “Informe sobre la actividad política de José Carlos Mariátegui” y publicada en la Pág. 11 de la colección  “La organización del proletariado” afirma “Los 7 Ensayos” no son sino la aplicación del método marxista, para los ortodoxos del marxismo, insuficientemente rígido en cuanto reconoce singular importancia al aporte soreliano, pero que en concepto del autor corresponde al verdadero moderno marxismo, que no puede dejar de basarse en ninguna de las grandes adquisiciones del 900 en filosofía, psicología, etc.”.
Hacemos esta necesaria advertencia para que no se confunda a los sindicatos clasistas y revolucionarios con el anarcosindicalismo o “sindicalismo revolucionario”, corrientes extrañas a la ideología del proletariado.
Es necesario que los trabajadores conozcan estos principios, aplicables también al movimiento campesino, debiéndose rechazar el falso concepto de que lo fundamental es conocer la forma mecánica de cómo se organizan los sindicatos, cómo se realizan las asambleas sindicales y otros conocimientos administrativos y legales y que “después viene todo lo demás”.  Estos conocimientos a los que nos hemos referido, son importantes y necesarios, en cuanto ayudan a la organización misma, adaptada a la legalidad burguesa, para el aspecto legal de la lucha;  pero no son los fundamentales, no son los básicos para la lucha sindical.  Lo fundamental, lo básico, es tomar conocimiento, asimilar y practicar los principios de los sindicatos clasistas, haciendo un esfuerzo de sistematización, sobre la base de las enseñanzas de los clásicos del marxismo-leninismo que hemos enunciado.  Solamente así los trabajadores podrán salir del marco estrecho del economismo, del círculo vicioso en el que los tienen sumidos los agentes de los explotadores que ofician de “dirigentes sindicales”, sean estos apristas, accio-populistas, democristianos, revisionistas o trotskistas, o simplemente los llamados “apolíticos” o “sindicalistas” que se prestan a las maniobras e intereses patronales.
El Partido tiene que cuidar del desarrollo político y de la organización política de los trabajadores y practicar una línea en el plano sindical que convierta a los sindicatos en palancas poderosas para la lucha por la destrucción violenta del poder estatal de los explotadores, desterrando las corrientes ajenas al proletariado, el apoliticismo o el intento de sustitución del Partido proletario por los sindicatos.  De acuerdo a la línea política de nuestro Partido, el movimiento obrero, el movimiento sindical, tienen que servir a los intereses de la revolución que son los intereses de la propia clase obrera y del campesinado.  La orientación fundamental de nuestra línea política es la conquista del Poder y la preparación de la guerra popular de liberación nacional y social.  De modo que el movimiento sindical tiene que servir a esta orientación política, tiene que servir a los objetivos de la lucha armada, único camino que tienen la clase obrera, el campesinado, todo el pueblo trabajador, para liberarse de sus opresores y explotadores.  No olvidar jamás que el Partido y sólo el Partido es la forma suprema de la organización del proletariado y que sólo bajo su dirección puede éste emanciparse de la opresión y de la explotación.
 
Ediciones:BanderaRoja                                                                              Marzo 2007

 

 
 

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